jueves, 24 de julio de 2008

Revelación en la ruta

Estabas triste, y eso no era ninguna sorpresa. Hacía 3 meses y medio que te encontrabas en ese estado emocional. Siempre deseando, siempre añorando tenerla otra vez en tus brazos. Y una y otra vez se te negaba esa oportunidad.
Que la vida había perdido parte del color, parte de la emoción de ir a buscarla a la parada del colectivo, con los brazos llenos de golosinas y en la boca una sonrisa que desaparecería para transformarse en un beso.
Que no hacías más que pensar en ella, cuando ella estaba feliz en otro lado, quizás en otros brazos. Que te había olvidado, que ya no te amaba.

Te subiste a un taxi y te fuiste para Retiro, con la mente en los Andes, imaginando, temiendo, añorando. Te bajaste y esperaste una hora, y llegó el micro. Esperabas encontrarte con un ambiente vulgar y festivo.
Pero por suerte la vida también tiene sorpresas, y a último momento te cambiaron de servicio, y te acurrucaste cómodo en un asiento inesperadamente amplio y cómodo, al lado de una chica que, oh sorpresa, te recordó un grabado de las mil y una noches, con su cara como la luna, y su cintura como rama de sauce, envuelta en una finísima remerita blanca, que dejaba al descubierto unos pechos como granadas.
Con una bendición interna, agradeciste la suerte que te había tocado, y también te acordaste de lo curtido que estabas desde hace unos meses. Ya no te importaba tanto el qué dirán, y hablar con una mujer, mirarla a los ojos, ya no se te hacía una tarea tan difícil. Es más, habías empezado a encontrar dentro de las miles de miradas femeninas, algo encantador e insondable, y en cada una de ellas había algo nuevo y sorprendente. Tierno y tentador a la vez. Un lirio y una rosa dentro del corazón de cada una de ellas.
Se despertó a eso de las 9, cuando se habían adentrado en la Provincia de Santa Fe. Se miraron, y en esa mirada quedó todo dicho. El deseo estaba de su lado, y no había más que expresarlo con una excusa, con un "hola" o con una sonrisa casual.
Y el momento llegó cuando la chica trajo la comida, y ambos la rechazaron, con un dejo de orgullosa altanería en la voz. Ambos eran vegetarianos, y ambos se gustaron inmediatamente. Quizás por una cuestión de sentirse identificados entre tantos extranjeros carnívoros y glotones.
Él se rió, y comentó por lo bajo lo bárbaras que eran las costumbres modernas que obligaban a miles de animales a llevar una vida espantosa en corrales, privados de luz natural y de alimentos apropiados. Creo que ni él mismo creyó ese argumento.
Ella estuvo de acuerdo, y en su cara bailaba una sonrisa pícara, pero al mismo tiempo seria y femenina.
Y los comotellamas, dedondesos, cuantosañostenes, endondeestudias, se sucedieron como si ese primer escalón hubiese abierto las puertas para un mundo más generoso, colmado de palabras, gestos, sonrisas, abrazos, besos.
A las 12, entre la historia de sus vidas, despues de lagrimas de uno y otro lado, vino por fin el momento que ambos anhelaban, primero dos manos entrelazadas, y luego la de él sobre su pelo...un pelo demasiado sedoso, como si fuese producto de una ensoñación demasiado perfecta. Un beso apasionado. Ella pensando en otra vida, y él en otra persona.
Él supo entonces que ella era la mujer indicada para él. Todo en ella lo gritaba. Pero también supo que a pesar de haber encontrado a esta ninfa, a este demonio con una forma demasiado exquisita para ser siquiera considerada la posibilidad de negar uno de sus deseos, él ya amaba a un ser menos perfecto, menos bondadoso, menos empático, pero mucho más real, mucho más humano.
Se bajaron del micro en silencio, y se despidieron con un abrazo y una mirada, y la promesa de volver a encontrarse pronto en otro momento, en otro lugar, en otra vida.

Frontera

Carne de venado salada en tu mochila, tu framea de hierro, tu escudo pintado, la gema que tu madre te regaló, y las pieles que cubren tu cuerpo. Todo lo que llevas contigo. Hasta el pecho, vas vestido, pero llevas una capa ligera encima porque es primavera, y todavía el Rhin no se ha deshielado.
Estás con tus compañeros, tus amigos, tus hermanos. Te sientes a salvo allí, entre catorce pares de ojos azules, como los tuyos, cuando te miraste aquella vez en una de las fuentes de Teutoburgo, donde entre calaveras y planchas de madera y metal, reconocista a la deidad sin nombre, que habitaba como Verbo en el medio del vacío entre dos ramas iluminadas por la suave luz del atardecer.
Entre el fuego de la noche y la cerveza de la mañana, reconoces allí, donde quiera que ellos estén, tu hogar, que es más que la casa de tus padres, que los bufidos de los animales por la mañana antes de empezar a arar los campos.
Tu hogar está dondequiera que una buena fogata se encienda en un claro entre los pinos, y dondequiera que haya canto y baladas recordando las hazañas de Mann. Es algo que los morenos jamás entenderán, acostumbrados a vivir entre piedras frías y sin vida, ignorantes de la calidez de una casa de madera, y desconocedores de la belleza del bosque durante la luna llena allá en el Norte.
Y ahora te encuentras despierto, con hambre y frío, y con ganas de recorrer la ribera, esa otra ribera que separa y une los dos mundos. Y sabes que te alejas, pero el olor de tu caballo, y el aire límpido de la mañana te despiertan y producen un gran deseo de adentrarte en las profundidades de ese mundo tan raro.
Y azuzas al corcel con ansias de ver lo que tus ojos nunca antes contemplaron. Lo que sólo está en el recuerdo de tus abuelos: las murallas de una ciudad imponente, el aroma a incienso, las jóvenes envueltas en delicados tejidos de lino y seda. Todo eso con lo que has estado soñando, desde aquella noche en la que bajo la luz de la Osa, te relataron por primera vez las aventuras de Hermann en el país de los morenos.
Y ahora te acercas peligrosamente a un paisaje confuso, y extraño. Todo es distinto aquí. Hay un desorden que es orden. Lo salvaje se convierte en doméstico, y el olor del estiércol y del carbón inunda tus narices.
Te apeas del caballo, framea en mano, con un deseo irrefrenable de conocer qué más hay allí. El rumor de una fuente te llega desde lejos, y contemplas estupefacto, la suave superficie de la piedra apilada, y coronada por terracota roja. Todo tiene una belleza inimaginada, y exhuberante, desconocida para ti, y la recibes como el primer soplo de aire después del parto.
Un camino de tierra se aleja de la construcción, y bordeado por cipreses enormes, se dirige camino a un gran poblado, lleno de construcciones de piedra. Contemplas Colonia Agrippinensis por primera vez. Y allí, bajo el recodo del camino aparece una mujer morena. Mientras te acercas contemplas el temor que lentamente se forma en su rostro oscuro, pero la parálisis se ha apoderado ya de ella.
Sus ojos negros son hermosos. Te ruborizas, pues recuerdas a tu mujer allí en casa, pero eres incapaz de retirar tu mirada de ese ser ínfimo y débil, cuyos labios rojos te cautivan. La cinta que abraza su cintura estrecha, te recuerda al color de los cisnes que regresan cada verano.
Y entonces, como una visión, te acercas a ella, y le dices que estás maravillado por su belleza.
En ese momento, la niña grita arrojando su cesto de frutos sobre ti. Unos instantes más tarde, los ves salir de su escondrijo de piedra. Son muchos, y aunque hieres a tres con tus grandes miembros y matas otros tantos con tu framea que, sedienta de sangre, pide más enemigos, te ves superado en número por los morenos.
Lo último que vez es el hacha del padre, cayendo pesada sobre tu cabeza, gritando sonidos incoherentes en una lengua que desconoces, y que sólo tus descendientes comprenderán cientos de años más tarde.

miércoles, 23 de julio de 2008

Diálogo de un hombre consigo mismo en una isla rocosa

Se abre el telón y aparece una isla de 1 mt2, con forma de guijarros apilados. La decoración de fondo semeja la monotonía de un día cálido sin viento. El agua es un espejo. Nada se mueve. Entra un hombre nadando.


Hombre: ¡Uf! Tanto nado y lo único que encuentro es este promontorio rocoso. Ni siquiera una gaviota, nada....¡es perfecto, justo lo que buscaba! Ahora sí que nada ni nadie me va a molestar. Voy a poder dedicarme a hacer lo que más me gusta: pensar en soledad.


Voz: Ehhh, noooo.


Hombre:
(asustado) ¡¿Quién carajo habló?!


Voz: Soy yo, la voz de tu inconsciente. Ahora que no tenés a nadie a quien mentirle, decidí salir a contarte por fin quien es el que manda acá.


Hombre: ¿Mi inconsciente? ¿Qué querés decir con eso?


Voz: ¡Tu inconsciente, salame! El ABC de Freud, ¿nunca oíste hablar de mí?


Hombre: Sí, claro que sí.... pero es una sorpresa encontrarte acá, justo acá, cuando había pensado encontrarme en completa soledad para declamar y zaherirme con mis angustias.


Voz: Bueno, entonces dejame decirte que vas a tener que hacerme lugar porque yo no me pienso mover de acá. Como estamos solos, tenemos tiempo, y nada mejor que hacer, te voy a tener que empezar a contar la historia de tu vida.


Hombre: La historia de mi vida...ajá...bueno, dejame decirte que ya la sé. Soy un tipo sufrido, por eso me vine acá, para poder relatarme mis fracasos y mis heridas.


Voz: No, no, no, Chiquito. Vamos a empezar por ahí, ya que sacaste el tema. Vos no sos lo que creés que sos. Tampoco sos lo que otros creen que sos. Ni siquiera sos todas las cosas de tu pasado. Vos sos mucho más que eso, Pibe.

Hombre: ¿Y entonces qué soy?

Voz: Paciencia, paciencia. Ya vamos a llegar. Fijate que te viniste a una isla rocosa. A un lugar completamente desierto. Bueno, es más, te viniste a un lugar en donde ni siquiera tenés para comer. Yo diría entonces que sos más bien un pelotudo. Pero bueno, sigamos. Te viniste acá, lejos de todo porque sos en primer lugar un egoísta.

Hombre: Yo no soy egoísta, el tema es que no me importa nadie más.

Voz: No, claro que no te importa nadie más. Por eso sos un egoísta. Te viniste porque estás tan enamorado de tu emperifollada retórica que sólo vos te aguantás.

Hombre: Bueno, ¿y qué tiene eso de malo?

Voz: ¿De malo? No sé, ¿qué te parece si te dijera que hacés esto porque querés llegar al límite?

Hombre: No entiendo, Voz del Infierno....¡¿cómo al límite?!

Voz: Sí, al límite. Vos querés saber cuanto mal te podés hacer, cuánto podés sufrir por tus decisiones de marrano, para encontrar tu justo medio. Y como en el fondo lo que más dolor te causa es sentirte solo, te viniste a aislar total y definitivamente para experimentarlo.

Hombre: No, no, no, no. Ahí te equivocás, Freud, a mí siempre me gustó estar solo. Yo disfruto de mi libertad, de mi soledad, de mi independencia.

Voz: ¡¿Ah, sí?! ¿Como aquella vez que te dejó tu novia, y llorabas por los rincones, o cuando te dejaron de lado tus compañeros de colegio?

Hombre: ¡Bueno, a nadie le gusta que lo dejen así....de lado!

Voz: ¿No? Bueno, a un hombre solitario no le molestaría mucho...

Hombre:
(Piensa) ¿Sabés qué? Tenés razón, nunca lo había pensado....pero es verdad, es lo que más detesto: la soledad. ¿Pero entonces qué carajo estoy haciendo en esta isla?

Voz: ¡Es lo que estoy tratando de decirte, pedazo de gil! A vos te gusta la compañía de los demás...sos un animalito, un monito social. Es más, si fuese por vos, estarías despiojando a la mona de tu ex en este mismo momento.

Hombre: ¡Callate!

Voz:
(Voz de burla) La estarías desparasitando toda ahora, como un orangután. Sos un bicho sociable, y eso te duele, porque tu imagen es que sos un tipo duro, solitario, brillante, inentendido por sus congéneres. Pero bueno, me parece bien, es tu forma de llamar la atención. No te voy a decir que no es un poco infantil...pero bueno, cada cual elige su forma. Hay otros tipos que se visten de trabas.

Hombre: Gracias por la humillación.

Voz: ¡Y encima prejuiciosa! ¿Qué, no era que eras un tipo taaaaaan abierto?

Hombre: Se me escapó, perdón.

Voz: Fallido total...y lo sabés.

Hombre: Sí, bueno, supongo que no soy todo lo que quiero creer.

Voz: Nadie lo es. Pero bueno, por lo menos diste un primer paso, Pibe. ¡Ya estás en carrera! Te diste cuenta de que no sos tu imagen. De hecho, dejame decirte algo. La imagen suele ser todo lo contrario de lo que somos. En tu caso vos te creaste la imagen de que sos un tipo abierto, brillante, inentendido, un fracasado en los aspectos emocionales. Esa es tu imagen.

Hombre: ¿Qué querés decir, que soy alguien cerrado, mediocre, pero un ganador sentimentalmente?

Voz: Bueno, no exageremos. Pero, sí, yo diría que tu inteligencia deja mucho que desear. A lo sumo tendrás, no sé, buena memoria. ¿Qué me dijiste que estudiabas, Historia no?

Hombre: No te dije, pero sí, historia...supongo que lo sabías porque sos la voz de mi inconsciente, ¿no?

Voz: Claaaah. En fin, además sos un prejuicioso de mierda. ¡Cómo saltaste con lo del traba! ¡Deberías haber visto tu carita!

Hombre: Sí, es cierto. Todo eso muy lindo, pero eso de que soy una persona con logros emocionales no se la cree nadie.

Voz: Eso es lo que vos pensás. Pero dejame preguntarte algo. ¿Cómo se llamaba esta pibita con la que salías....Analía?

Hombre: Alejandra.

Voz: ¡Esa, Alejandra! ¿No pasaste un buen tiempo con ella?

Hombre: Sí, bueno, pero no todo fue color de rosas.

Voz: En la vida nada es color de rosas, excepto las rosas. Pero lo que te quiero decir es que durante un tiempo fuiste inmensamente feliz. De hecho nunca habías sido tan feliz en tu vida como cuando estabas con ella, ¿no?

Hombre: Bueno, cuando comía helado de Freddo, puede ser...

Voz: No seas tarado, vos sabés de lo que te hablo.

Hombre: Sí, es verdad. Todo muy lindo. ¿Pero entonces por qué todo terminó como terminó?

Voz: ¡A eso iba, M´Hijo! Porque simplemente necesitabas aprender a encontrar el punto medio. Habías dado tanto que ya era como demasiado mucho luego. ¿Conocés el tema de Queen...Too much love will kill you? Bueno, algo así. Pero esto va más allá de eso. Tenés un montón de personas que te quieren. Es más, te apuesto que cuando empezaste a nadar no pensaste en cómo se iban a sentir ellos, si iban a estar tristes por vos o no.

Hombre: No, la verdad que no...
(se sonroja)

Voz: Y sí, puro orgullo. Pero a vos te gusta aprender a los golpes, ¿no? Pero tenés que empezar a mirarte con otras personas. Creo que estás tan enfocado en vos mismo, en tu imagen, en lo que vos pensás de vos y del mundo, que sos incapaz de mirar a los demás. Bueno, creo que es suficiente por hoy, ¿no? Ya tuviste unas cuantas verdades. Hablamos mañana, Nene.

Hombre: ¡Ey, ey, no te vayas! ¡Ey! ¡Quería preguntarte si sabés de algún delivery por acá! ¡Cheee!


Se hace silencio nuevamente. Y mientras se baja el telón, el fondo se vuelve gris, y se empieza a oir el batir del viento sobre el agua.




martes, 22 de julio de 2008

Madurez

Hoy hablando con dos chicas que conocí dando el final, me di cuenta que era una actitud. Que si yo estaba bien o mal también dependía de que yo tomase la decisión de estarlo... o al menos es así en parte.

Me encontré hablando con ellas de muy buen humor, dos personas con alegrías y miedos, hermosas en sí mismas, una muuuuuy relajada que me hizo acordar (en un muy buen sentido) a una amiga de mi ex que no me había caído bien de entrada, pero en la cual pensaba frecuentemente. La otra super neurótica (en un sentido freudiano) pero muy dulce.

Y en algún momento, entre risas y nerviosismos, me di cuenta de que yo era mucho mucho más que todo lo que había pasado antes. Que yo también era mi presente y mi futuro, y que si me ponía mal por la relación hecha pedazos, bueno, tenía que aceptar que esa era mi decisión y que sólo yo era el único responsable.

Es uno de esos clics que hacés después de meses de estar en el pozo. Creo que realmente voy a poder salir de todo esto (¿es lógico, no?), y con una muy buena enseñanza. Creo que estoy listo para dar el salto.

lunes, 21 de julio de 2008

Manhattan

Estoy viendo Manhattan de Woody Allen, y tuve que parar a escribir esto para agradecer que alguien como él haya podido poner sus neurosis, su vida en una película, porque el reflejo de ver sus problemas, sus felicidades, sus angustias, sus esperanzas, me hace entender lo tonto que soy al sentirme como si nadie más pudiese sentirse así.

Es una película sobre las relaciones humanas, antes que nada, y es realmente magnífica...

Gracias, Woody.

P.s.: me enamoré de Tracy en la parte del final, cuando dice: "You need to have faith in people. Not everybody gets corrupted".

Y pensé, I wish I had fallen in love with a girl like this.

domingo, 20 de julio de 2008

Dolor, miedo, pasión, amor

La última vez que nos encontramos aquí hablamos sobre el temor, y si es posible acaso librarse por completo de él, que es la reacción que surge cuando uno se da cuenta del peligro. Y esta mañana quisiera, si se me permite, hablar sobre la terminación del dolor; porque el miedo, el dolor y lo que llamamos amor siempre van juntos. Si no comprendemos el temor, no podremos comprender el dolor, ni podremos conocer ese estado de amor en el cual no hay contradicción, ni fricción.

Terminar por completo con el dolor es una cosa dificilísima de hacer, porque el dolor está con nosotros en una u otra forma. Quisiera, pues, investigar este problema bastante profundamente; pero mis palabras tendrán muy poco sentido si cada uno de nosotros no examina el problema dentro de sí, sin aprobar ni desaprobar, sino simplemente observando el hecho. Si podemos hacer esto, de hecho y no sólo teóricamente, entonces quizá podamos comprender la enorme importancia del dolor, y por consiguiente terminar con él.

A través de los siglos, el amor y el dolor siempre han ido de la mano, a veces predominando uno y a veces el otro El estado que llamamos amor pasa pronto, y de nuevo quedamos atrapados en nuestros celos, vanidades, temores, desdichas. Siempre ha existido esta batalla entre el amor y el dolor; y antes de que podamos entrar en la cuestión de la terminación del dolor, creo que debemos comprender lo que es la pasión.

Permítaseme observar que no somos un grupo privilegiado de personas que ‑por tener buena posición y bastante dinero para viajar hasta un lugar como este- hemos venido aquí meramente a complacernos con una forma de entretenimiento intelectual. Aquello de que hablamos es muy serio, y tiene uno que ser muy serio para indagarlo. Por “ser serio” quiero decir tener la intensidad, el impulso para ir hasta el fondo mismo de esta cosa llamada dolor. Estamos aquí para descubrir por nosotros mismos si es acaso posible terminar completamente con el dolor, de manera que la mente esté sin una sombra, clara, aguda, capaz de pensar sin ilusión. Y esto no lo podemos hacer si sólo vivimos en el nivel de las palabras, como lo hacemos la mayoría de nosotros. Los conceptos, las normas, los ideales, las palabras, los símbolos, tienen un extraordinario sentido para la mayoría de nosotros, y ahí nos detenemos. Parece que somos incapaces de trasponer el nivel verbal y penetrar más allá; mas para comprender el dolor, tiene uno que ir más allá de las palabras. Así pues, a medida que entro en este problema del dolor, espero que vosotros también lo examinéis intensa y claramente, sin sentimentalismo o emocionalismo.

Ahora bien, a menos que comprendamos la pasión, no creo que podamos comprender el dolor. La pasión es algo que muy pocos de nosotros hemos sentido realmente. Lo que podemos haber sentido es entusiasmo, que es estar enredado en un estado emocional con respecto a algo. Nuestra pasión es por algo: por la música, por la pintura, la literatura, por un país, por una mujer o un hombre; es siempre el efecto de una causa. Cuando os enamoráis de alguien os halláis en un gran estado de emoción, que es el efecto de esa causa particular; y acuello de que estoy hablando es de la pasión sin una causa. Es ser apasionado por todas las cosas, no sólo acerca de algo; mientras que la mayoría de nosotros nos apasionamos por una particular persona o cosa; y creo que debemos ver muy claramente esta distinción.

En el estado de pasión sin causa hay intensidad libre de todo apego; pero cuando la pasión tiene una causa, hay apego; y el apego es el comienzo del dolor. La mayoría de nosotros estamos apegados, nos aferramos a una persona, a un país, a una creencia, a una idea, y cuando perdemos el objeto de nuestro apego, o cuando él pierde su importancia nos sentimos vacíos, insuficientes. Esta vacuidad tratamos de llenarla adhiriéndonos a alguna otra cosa, la cual de nuevo se convierte en el objeto de maestra pasión.

Mientras hablo, por favor examinad vuestro propio corazón y vuestra mente. Yo sólo soy un espejo en el que os estáis viendo a vosotros mismos. Si no queréis mirar está muy bien pero si queráis mirar, entonces miraos con claridad, implacablemente, con intensidad; no con la esperanza de disolver Vuestras desdichas, vuestras ansiedades, vuestro sentimiento de culpa, sino para comprender esta extraordinaria pasión que siempre conduce al dolor.

Cuando la pasión tiene una causa se convierte en deseo. Cuando hay pasión por algo ‑por una persona, una idea, por alguna clase de realización-, entonces de esa pasión surge contradicción, conflicto, esfuerzo. Os esforzáis por lograr o mantener un estado determinado, o por recapturar uno que ha existido y se ha ido. Pero la pasión de que yo hablo no da lugar a contradicción, conflicto. No tiene ninguna relación con una causa, y por lo tanto no es un efecto.

Mirad, permitidme sugerir que os limitéis a escuchar; no tratéis de conseguir este estado de intensidad, esta pasión sin causa. Si podemos escuchar atentamente, con ese sentimiento de facilidad que viene cuando la atención no es forzada por la disciplina sino que nace del simple afán de comprender, entonces creo que descubriremos por nosotros mismos lo que es esta pasión.

En la mayoría de nosotros hay muy poca pasión. Podemos ser sensuales, podemos anhelar algo, podemos querer escapar de algo, y todo esto da cierta intensidad. Pero a menos que despertemos y tentemos nuestro camino hacia esta llama de la pasión sin una causa, no podremos comprender eso que llamamos dolor. Para comprender algo debéis tener pasión, la intensidad de la plena atención. Cuando existe la pasión por algo, que produce contradicción, conflicto, esta pura llama de pasión no puede existir; y es necesario que exista esta pura llama de pasión para poner fin al dolor, para disiparlo completamente.

Sabemos que él dolor es un resultado; es el efecto de una causa. Amo a alguien y esa persona no me ama; ésa es una clase de dolor. Quiero realizarme en cierta dirección, pero no he logrado la capacidad para ello; o, si tengo la capacidad, mi realización queda obstaculizada por la mala salud o algún otro factor: ésa es otra forma de dolor. Existe el dolor de una mente mezquina, que está siempre en conflicto consigo misma, luchando sin cesar, ajustándose, tanteando, adaptándose. Hay el dolor del conflicto en las relaciones, y el dolor de perder a alguien por la muerte. Todos conocéis estas diversas clases de dolor, y todas ellas son el resultado de una causa.

Pues bien, nosotros nunca enfrentamos el hecho del dolor, siempre estamos tratando de racionalizarlo, de despacharlo con explicaciones; o nos aferramos a un dogma, a una norma de creencia que nos satisface, nos da momentáneo consuelo. Unos toman una droga, otros recurren a la bebida, o a la oración, a cualquier cosa para aminorar la intensidad, la agonía del dolor. El dolor y el eterno intento de escapar de él, es la suerte de cada uno de nosotros. Nunca hemos pensado en acabar con el dolor por completo, de modo que la mente no esté atrapada en ningún momento en la autocompasión, en la sombra de la desesperación. No pudiendo terminar con el color, si somos cristianos lo adoramos en nuestras iglesias, como la agonía de Cristo. Y tanto si vamos a la iglesia y rendimos culto al símbolo del dolor, como si tratamos de librarnos de él con razonamientos, o de olvidar nuestro dolor tomando una bebida, todo ello es lo mismo: estamos escapando del hecho efectivo de que sufrimos. No hablo del dolor físico, que puede ser atendido con bastante facilidad por la medicina moderna. Hablo del dolor, el sufrimiento psicológico que impide la claridad, la belleza, que destruye el amor y la compasión. Y ¿es posible terminar con todo dolor?

Creo que la terminación del dolor está relacionada con la intensidad de la pasión. Sólo puede haber pasión cuando hay total abandono de sí mismo. Uno nunca es apasionado si no hay una completa ausencia de lo que llamamos pensamiento. Como vimos el otro día, lo que llamamos pensamiento es la respuesta de las diversas normas y experiencias de la memoria, y donde existe esta respuesta condicionada no hay pasión no hay intensidad. Sólo puede haber intensidad cuando haya una completa ausencia del “yo”.

Mirad, hay un sentido de belleza que no depende de lo que es hermoso y lo que es feo. Y no es que la montaña no sea hermosa o que no existe un edificio feo; pero hay una belleza que no es lo opuesto de la fealdad, hay amor que no es lo opuesto del odio. Y el autoabandono de que estoy hablando es ese estado de belleza sin causa, y por lo tanto es un estado de pasión. Y ¿es posible ir más allá de lo que es el resultado de una causa?

Por favor, escuchad esto con plena atención. Puede ser que no sea yo capaz de explicarlo muy claramente, pero tomad el sentido, más bien que quedaros con las palabras. Como veis, la mayoría de nosotros estamos siempre reaccionando; la reacción es la norma de nuestra vida. Nuestra respuesta al dolor es una reacción. Respondemos tratando de explicar la causa del dolor, o escapando de él; pero nuestro dolor no termina. El dolor sólo termina cuando nos enfrentamos con el hecho del dolor, cuando comprendemos y vamos más allá tanto de la causa como del efecto. Tratar de librarse del dolor por medio de una práctica determinada, o por un pensamiento de liberado, o entregándonos a cualquiera de las diversas maneras de escapar del dolor, no despierta en la mente la extraordinaria belleza, la vitalidad, la intensidad de esa pasión que incluye y trasciende el dolor.

¿Qué es el dolor? Cuando oís esta pregunta, ¿cómo respondéis? Vuestra mente procura de inmediato explicar la causa: del dolor, y esta búsqueda de una explicación despierta el recuerdo de los dolores que habéis tenido. Estáis, pues, volviendo siempre verbalmente al pasado o yendo hacia el futuro en un esfuerzo por explicar la causa del efecto que llamamos dolor. Pero yo creo que uno tiene que ir más allá de todo eso.

Sabemos muy bien qué es lo que causa dolor: la pobreza la mala salud, la frustración, el no ser amado, etc. Y cuando hemos explicado las diversas causas del dolor, no hemos terminado con él; no hemos captado realmente la extraordinaria profundidad y significación del dolor, lo mismo que no hemos comprendido ese estado que llamamos amor. Creo que ambos están relacionados ‑dolor y amor. Y para comprender qué es el amor, tenemos que sentir la inmensidad del dolor.

Los antiguos hablaban sobre la terminación del dolor, y establecieron una manera de vivir de la que se suponía que pondría fin al dolor. Muchas personas han practicado esa manera de vivir. Lo han intentado los monjes de Oriente y Occidente, pero lo único que han hecho ha sido endurecerse; han cerrado sus mentes y corazones. Viven tras los muros de su propio pensamiento, o tras los muros de ladrillo y piedra, pero yo realmente no creo que hayan trascendido y sentido la inmensidad de esto que se llama dolor.

Poner fin al dolor es hacer frente al hecho de nuestra soledad, de nuestro apego, de nuestro mezquino y pequeño afán de fama, de nuestra hambre de ser amado; es estar libre del autointerés y de la puerilidad de la autocompasión. Y cuando uno ha ido más allá de todo eso y ha terminado quizá con el propio dolor personal, aun existe el inmenso dolor colectivo, el dolor del mundo. Podemos poner fin al propio dolor haciendo frente en nosotros mismos al hecho y la causa del dolor, y eso debe sucederle a una mente que quiera ser completamente libre. Pero cuando hemos terminado con todo eso, aún existe el dolor de la extraordinaria ignorancia que hay en el mundo; no la falta de información, de conocimientos librescos, sino la ignorancia del hombre con respecto a sí mismo. La falta de comprensión de uno mismo es la esencia de la ignorancia, que provoca esta inmensidad del dolor que existe en todo el mundo. Y ¿qué es de hecho el dolor?

Como veis, no hay palabras para explicar el dolor, como no las hay para explicar qué es el amor. El amor no es apego, no es lo opuesto del odio, no es los celos. Y cuando hemos terminado con los celos, con la envidia, el apego, con los conflictos y las agonías por los que pasamos, creyendo que amamos, cuando todo eso ha legado a su fin, aún queda la cuestión de qué es el amor, y qué es el dolor.

Descubriréis qué es el amor, y qué es el dolor, sólo cuando vuestra mente haya rechazado todas las explicaciones y ya no esté imaginando, buscando la causa, satisfaciéndose con palabras o volviendo al recuerdo a sus propios placeres y dolores. Vuestra mente ha de estar en completa quietud, sin una palabra, sin un símbolo, sin una idea. Y entonces descubriréis, o surgirá ese estado en el cual, aquello que hemos llamado amor, lo que hemos llamado dolor, y que hemos llamado muerte, son lo mismo. Ya no habrá ninguna división entre amor y dolor y muerte; y no habiendo división, habrá belleza. Mas para comprender, para hallarse en este estado de éxtasis, tiene que haber esa pasión que viene con el total abandono de uno mismo.

Señor, por favor no toméis fotografías. Debierais estar mejor informado. Esta no es una reunión política, ni una reunión de entretenimiento, y es una lastima reducirlo a ese nivel.

¿Vamos a discutir o queréis hacer preguntas sobre lo que he estado diciendo esta mañana?

Pregunta: ¿Es una cualidad la pasión o intensidad?

KRISHNAMURTI: Me pregunto qué entendemos con esa palabra, “cualidad”. ¿Es la pasión o intensidad una virtud que se haya de adquirir por la práctica, la disciplina, el autosacrificio, etc.? ¿Es eso lo que queréis decir?

Pregunta (de otra persona): ¿Puedo hacer una pregunta?

KRISHNAMURTI: Señor, ya se ha hecho una pregunta. Como veis, estamos tan ocupados con nuestras propias preguntas que no escuchamos a ningún otro, y esto está pasando siempre en la vida. Estamos tan enredados en nuestros propios problemas, en nuestras esperanzas y ambiciones, en nuestras desesperaciones, que casi nunca vemos más allá de nuestros pequeños “yoes”. Tal vez algunos de nosotros tengamos otras preguntas, pero, si puedo sugerirlo respetuosamente, no estéis tan ocupados con vuestra propia pregunta.

Para volver a la pregunta formulada: ¿es una cualidad la pasión o intensidad? No me gusta usar esa palabra “cualidad’. Cuando estáis apasionados por algo, no preguntáis si ello es una cualidad, ¿verdad? Estáis en ese estado. Cuando estáis irritados, o sensuales, o cuando sois verbalmente brutales con alguien, no preguntáis en ese momento si lo que estáis sintiendo es una cualidad. Estáis ardiendo con eso. Pero más tarde decís, “¡Ah, ese fue un feo momento!”; y entonces eso se convierte en una cosa que hay que evitar en lo sucesivo. O, si fue un bello momento, procedéis a cultivarlo; pero lo que cultiváis es artificial, no es una cosa pura.

Así pues, la pasión o intensidad de que he estado hablando no es cultivable, no está a la venta en el mercado, no podéis comprarla con la práctica o la disciplina; pero si habéis escuchado y habéis penetrado realmente en vosotros mismos, si habéis luchado con eso, sabréis lo que es. Esa pasión no tiene nada ea absoluto que ver con el entusiasmo. Sólo viene cuando hay una completa cesación del “yo”, cuando se ha dejarlo atrás todo sentido de “mi casa”, “mi propiedad”, “mi país”, ‘mi esposa”, “mis hijos”. Podéis decir: “Entonces no vale la pena tener esa pasión”. Tal vez no valga para vosotros. Vale la pena sólo si realmente queréis descubrir qué es el dolor, qué es la verdad, qué es Dios, cuál es el sentido de toda esta fea y confusa cuestión de la existencia. Si estéis interesados en eso, entonces debéis investigarlo con pasión, lo que significa que no podéis estar atados a vuestra familia. Podéis tener una casa, podéis tener una familia, pero si estáis psicológicamente atados a ellas, nunca podréis ir más allá.

Pregunta: ¿Tenemos todos la misma capacidad para la pasión?

KRISHNAMURTI: No creo que la pasión sea una capacidad. Podéis tener capacidad para escribir libros, poemas, o para tocar la flauta, o para hacer cualquier serie de otras cosas; y las capacidades pueden cultivarse, mantenerse, incrementarse. Mas la pasión, la intensidad, no es una capacidad. Al contrario, si tenéis una capacidad, tenéis que morir para ella si habéis de ser apasionados. Si morís para la capacidad, entonces ésta se vuelve mecánica, aunque podáis incrementarla y ser muy hábiles en ella. Como veis, aún estamos pensando en términos de adquirir, y de proteger aquello que ha sido adquirido.

Pregunta: Habéis dicho que el dolor es una cosa bella, y sin embargo decís que tenemos que librarnos de él.

KRISHNAMURTI: No dije que tenéis que libraros del dolor Dije que tenéis que mirarlo, indagarlo, comprenderlo. No podéis libraros del dolor, no podéis simplemente dejarlo un lado. ¿Cuándo siente uno dolor? Si amáis a alguien y esa persona no os ama a su vez, sufrís. ¿Por que? ¿Por qué habéis de sufrir? ¿Qué significa vuestro sufrimiento? Significa que estáis pensando en vosotros mismos: ese es el hecho real. Y mientras estéis pensando en vuestro propio pequeño yo, queriendo ser amado y sintiendo miedo de no serlo, con toda la fealdad implicada en eso, naturalmente vais a tener lo que llamáis dolor. Del mismo modo, si quiero ser hombre famoso y no lo soy, sufro, inevitablemente; y si estoy satisfecho permaneciendo en ese estado, muy bien. Pero si quiero comprender mi sufrimiento y trascenderlo, entonces empiezo a mirarlo; examino inflexiblemente el impulso psicológico a ser famoso, que es tan completamente superficial, inmaduro; y entonces viene una comprensión del dolor, que es el principio del fin del dolor. Y, como dije, cuando uno ha trascendido todo este dolor personal, encuentra que amor y dolor y muerte son lo mismo. Ese es un estado de gran belleza ‑que no es la belleza creada por el hombre o por la naturaleza.

Pregunta: ¿Es pasión o intensidad el deseo de saber?

KRISHNAMURTI: Me pregunto qué entendemos por deseo de saber. El ansia de reunir conocimientos forma una parte del devenir, y es por lo tanto una causa de conflicto. Más yo no estoy hablando de acumular conocimientos, que pueden encontrarse en cualquier enciclopedia. Quiero comprender, ir hasta el fin mismo del dolor y descubrir por mí mismo su significación; y eso no significa que yo tenga que saber. Como expliqué muy cuidadosamente el otro día, conocer es una cosa y aprender es otra. El conocer implica acumulación de conocimientos; y cuando habéis acumulado conocimientos, desde ese trasfondo experimentáis. Por la experiencia adquirís aun más conocimientos; pero en este proceso adquisitivo de añadir conocimiento sobre conocimiento mediante la experiencia, no hay movimiento de aprender. Sólo podéis aprender cuando ya no estáis buscando o adquiriendo conocimiento.

Señor, yo no quiero saber sobre el dolor Todos tenernos dolor. ¿No tenéis dolor en una forma u otra? ¿Y queréis saber acerca de él? Si es así, podéis analizarlo y explicar por qué sufrís. Podéis leer libros al respecto, o ir a la iglesia, y pronto sabréis algo sobre el dolor. Mas yo no estoy hablando de eso; hablo sobre la terminación del dolor. El conocimiento no pone fin al dolor. La terminación del dolor comienza al enfrentar los hechos psicológicos dentro de uno mismo, y dándose plena cuenta de todas las implicaciones de esos hechos de instante en instante. Esto significa no escapar jamás del hecho de que uno está en dolor, no racionalizarlo nunca, no dar nunca opinión sobre él, sino vivir con ese hecho por completo.

Mirad, es muy difícil vivir con la belleza de esas montañas y no acostumbrarse a ella. La mayoría de vosotros habéis estado aquí desde hace cerca de tres semanas. Habéis contemplado esas montañas, oído el riachuelo y visto las sombras arrastrarse a través del valle, día tras día; y ¿no habéis notado cuán fácilmente os acostumbráis a todo eso? Decís, “Si, es muy hermoso”, y seguís vuestro camino. Vivir con la belleza, o vivir con una cosa fea, y no habituarse a ella, requiere enorme energía, una alerta percepción que no permite que vuestra mente se embote. Del mismo modo, el dolor embota la mente si sólo os acostumbráis a él; y la mayoría de nosotros nos habituamos. Pero no es forzoso que uno se habitúe al dolor. Podéis vivir con el dolor, comprenderlo, indagarlo, más no para adquirir conocimientos sobre él. Sabéis que el dolor está ahí, es un hecho, y no hay nada más que saber. Tenéis que vivir con el dolor, y para vivir con él tenéis que amarlo; y entonces hallaréis, como dije antes, que el amor y el dolor y la muerte son uno.

Pregunta: ¿No hay amor sin pasión?

KRISHNAMURTI: ¿Qué queremos decir con la palabra “pasión” y con la palabra “amor”? Ya seáis hombre o mujer, cuando os enamoráis de alguien, ¿no tenéis pasión, al menos durante los primeros dos años o lo que sea? Y entonces os acostumbráis uno al otro, empezáis a fastidiaros. Con esa pasión, aunque la llaméis amor, hay sensualismo, apego, celos, ambición, codicia y todo lo demás. Es como una llama en medio del humo. Y ¿qué ocurre? Gradualmente la llama muere, y sólo os queda el humo. Pero si hay una disminución del apego, de la sensualidad, de los celos y de todos los demás elementos que contribuyen al humo y al conflicto que llamamos pasión, si se muere para todo eso y desaparece, no a través del tiempo y el hábito, sino porque uno lo ha profundizado, lo ha comprendido, ha visto sus profundidades y alturas, entonces el amor puede ser pasión sin una causa. No me refiero a la pasión del misionero que, porque ama a Jesús, sale a convertir a los paganos. No es esa la pasión de que estoy hablando. Al contrario, ella es la repulsa de todo eso sin un motivo; y, de esta repulsa surge la clara llama.

Pregunta: ¿Es posible para un ser humano estar permanentemente en un estado de comprensión?

KRISHNAMURTI: Es importante comprender lo que entendemos por esa palabra, “permanente”. No creo que podáis nunca estar permanentemente en nada. Si estáis permanente en algo, estáis muerto. Y eso es lo que queremos la mayoría de nosotros: queremos ciertas cosas: amor, pasión, comprensión, Dios; continuar de modo permanente. ¿Qué significa eso? Que no queremos ser perturbados, no queremos ser sensibles, estar vivos. Como he explicado, la verdad o la comprensión vienen en un relámpago, y ese relámpago no tiene continuidad, no está dentro del campo del tiempo. Ved esto por vosotros mismos. La comprensión es nueva, instantánea, no es la continuidad de algo que ha sido. Lo que ha sido no puede traeros comprensión. En tanto busquemos una continuidad ‑queriendo permanencia en las relaciones, en el amor; anhelando encontrar paz perpetua, etc.-, estaremos persiguiendo algo que está dentro del campo del tiempo y que por lo tanto no pertenece a lo temporal.

5 de agosto de 1962

Extraído de "Tragedia del hombre y el mundo: la mente mecánica", 7º charla.

Binky the Doormat

sábado, 19 de julio de 2008

La atención

Nuestro gran problema como seres humanos (y esto es casi un eufemismo) es que intentamos escapar por todos los medios de lo que es.

¿Somos seres buenos, sufridos, sacrificados? Yo creo más bien que, dejados a nuestro albedrío, haríamos toda clase de maldades, o simplemente nos echaríamos a descansar indefinidamente, llevando vidas aburridas y monótonas. Aunque en definitivamente es eso lo que estamos haciendo, ¿verdad?

Nuestra gran tragedia es pensar lo que somos. ¿Pero qué significa esto?

Esto quiere decir que tenemos una imagen formada de nosotros mismos. Y esa imagen produce un dolor enorme, porque es algo completamente irreal. ¿Cómo nos damos cuenta? Porque a lo largo de nuestra vida nos sentimos terriblemente dolidos cuando la realidad no condice esa imagen.

Si somos completamente orgullosos, ¿por qué al observar nuestro orgullo sufrimos tan intensamente? Si somos completamente celosos, posesivos, manipuladores, ¿por qué al observar eso profundamente nos sentimos tan angustiados y heridos?

Por que eso destruye y resquebraja la bonita idealización que habíamos creado de nosotros mismos.

Lo real no es la imagen. Lo real son los celos, el ansia de posesión, la brutalidad, quizás cierta felicidad pasajera, el deseo insatisfecho. Esa es nuestra realidad.

Entonces, ¿cómo observamos esta realidad? Si la observamos a través de la imagen, estaremos creando una contradicción. La mente, el cerebro crea una imagen y se identifica con ella. Pero dentro del ser humano hay impulsos y deseos que son por completo distintos de esa imagen, y entonces hay un choque, un enfrentamiento, una gran contradicción. En esa contradicción se produce un grandesperdicio de energías, y un sufrimiento que a veces alcanza proporciones demasiado intensas para ser soportadas. Estas experiencias nos suelen marcar profundamente.

Pero la pregunta sigue siendo, ¿por qué observamos a través de la imagen? ¿Es posible observar de manera tan completa, con todo nuestro ser, que no haya imagen, que no haya un velo o un vidrio empañado a través del cual miremos nuestros propios deseos y movimientos?

Para esto necesitamos estar muy atentos, puesto que si nos encontramos absortos en lo que surge, en esas pasiones, no habrá una imagen para reprimirlas, o para contradecirlas. Tan sólo estaremos con lo que surge. Y con esa observación, lo que surge llegará a su fin.

¿Alguna vez sintieron tanto dolor que pensaron que iban a morir por él? Muchas personas expuestas a un terrible padecimiento psicológico, simplemente llegan a una instancia en el cual ya no lo sienten más. Ya no hay escapes, ni posibilidades de alejarse de ese dolor. La única alternativa es enfrentarse a él. Muchas de estas personas desarrollan una energía notable, ¿se dieron cuenta?

El dolor nos despierta, es el karma que vuelve a nosotros para avisarnos que estamos curando de una enfermedad y que ahora tenemos fiebre. No es algo por completo malo ni bueno. Es algo que simplemente está allí para que aprendamos de nuestros errores.

Si podemos mirar ese dolor tan profundo sin nombrarlo "dolor" sino tan sólo observarlo con todo nuestro ser, ese dolor se evaporará, puesto que ya no es posible huir de él, puesto que somos él.
Por aquí comienza el camino de la comprensión, pero para eso necesitamos una atención intensa que no produzca represión.

Meditación

¿Qué es la meditación?

¿Es sentarnos en postura de loto, cómodamente, con algo de música new age, y concentrarnos en nuestra respiración, es una imagen agradable?

¿Es una experiencia colectiva, algo que se da en un monasterio lleno de gente, vacío de sonido?

¿Es la mantralización repetitiva hasta el acallamiento de la mente?

Más bien la meditación es la mente volviéndose totalmente receptiva, como un espejo de agua, reflejando un cielo calmo.

¿Pero entonces, cómo se llega a la mente receptiva?

La respuesta es no intelectual, o más bien planteada intelectualmente, no puede ser resuelta: a la mente receptiva no se llega por ningún camino, más bien es el camino por el cual transitamos, y la observación son los pasos que vamos dando en él.

Una mente receptiva es antes que nada una mente que puede observar su propio movimiento, puesto que nada está buscando, y porque no busca sacar ningún provecho de alguna hipotética búsqueda: es una mente que no mide, que no compara.

¿Es una utopía? Yo sé que no, porque en brevísimos chispazos de conciencia observadora, cuando la atención estaba totalmente puesta en el funcionamiento de la mente, pude observar su mecánica.

¿Qué es lo que vi? Vi un inmenso miedo. No bastan las palabras para describirlo, puesto que su intensidad nos quita el aire, y su vastedad semeja al vacío que llena el Universo. Ese miedo a lo desconocido, a la muerte, condiciona toda nuestra vida, y a través de la experiencia de la relación con ese vacío que algunos llaman soledad, o angustia existencial, creamos nuestro presente.

Pero es sólo la mente que no resiste este vacío, una mente que está en pura observación, es una con ese vacío, y no escapa, la que puede observarlo. Creo que a esto algunos místicos llaman Dios o el Misterio, pero de esto nada cierto se puede decir, porque la experiencia es instransferible, y el sendero no puede ser caminado por dos pares de pies, sino que cada sendero es distinto según quien camine.

La meditación es, pues, este estado de pura observación, cuando la mente se vuelve completamente femenina, vacía, receptiva, y por lo tanto, cesa de ser, y deja espacio para que surja lo que no viene del pasado.

viernes, 18 de julio de 2008

Amor y deseo

Si miramos al otro,
y deseamos,
no hay amor.

Si observamos el mundo,
y encontramos miedo en nuestra alma,
no hay amor.

Si la felicidad de nuestra pareja,
nos causa dolor,
no hay amor.

¿Dónde está el amor, entonces?

Quizás en el vacío que conecta dos átomos,
en la libertad última de la mente y la pasión,
en la renuncia a lo que es.

Estando vacíos somos plenos,
siendo pequeños, nos volvemos grandes,
con sincera humildad, elevados hacia las alturas.

Cuando veo mi apego a ti,
me doy cuenta que poco amor hay allí.
El amor es libre, y yo soy esclavo,
el amor desata, y yo quiero encadenarme,
el amor está vacío de todo, y todo lo llena.

Aprender a amar no es posible,
no hay técnica,
ni enseñanza alguna que al amor llegue.

Más bien todo conocimiento debe desaparecer,
y volvernos receptivos como una mujer puede estarlo,
a la espera de su amante.

Sin movimiento alguno de la mente,
sin deseo alguno del corazón,
algo sagrado más allá se esconde
detrás de las formas del mundo de Maya.

martes, 15 de julio de 2008

Comprensión

Mirando, observando el funcionamiento habitual de la mente, vi el escape, y el escape me mostró toda la estructura.
A eso llamé meditación, pues por un instante pude comprender el miedo, su escape, y su fin. Y entonces no hubo nada más. Volví a la realidad (¿o más bien a la irrealidad?) cuando pude formular la palabra: "comprendí".
La conciencia de haberlo visto, me distrajo, y ya no medité, pero bastó una fracción de segundo para saber que había comenzado a comprender.

Enseñanza

El deseo de ser no tiene su opuesto en el deseo de no ser,
por eso si deseas, no reprimas,
y si deseas no desear, tampoco reprimas,
porque allí no está el camino.

Más bien el camino es el no ser,
pues si logras ser un cuenco vacío,
que con nada puede ser llenado,
sin motivos,
sin deseos,
sin anhelos,
entonces habrás empezado a transitar un camino que no tiene principio,
un camino que no tiene fin.

Te ofrezco mi Ser incondicionalmente,
cuando quieras me tenés, sabelo,
y de esa manera te pierdo en este mundo,
pero logro ganarte en el otro.
Cuando comprendas esta verdad,
no intelectualmente,
no verbalmente,
sino profunda y sinceramente,
volveremos a caminar tomados de la mano,
bajo la sombra de los hermosos árboles,
en el borde de un río rumoroso.

Primavera, verano, otoño, invierno...y otra vez primavera.

Una noche de ejercicio, de esperanzas. Una noche joven para los dos. Luego un sueño relatado, sonrisas, un banco, un primer contacto visual, manos entrelazadas, y un beso. Pasión, la primavera es pasión, y fuego que se enciende y no quema del todo. Es un fuego blanco.

Objetos desparramados. Enfermedades y amor. Ya es verano, y estamos en tu hogar, en cama ambos. Nos cuidamos, y aunque fuera hace frío, en nuestros corazones es verano, y los días todavía se alargan para nosotros. Tantos planes hay.

El solsticio pasó. Ya se fue el verano, y el fuego se apagó lentamente por falta de oxígeno. estamos en mi casa, y no estamos juntos. Vos allá, yo acá. La ira empezó a voltear las hojas amarillas del árbol que juntos habíamos plantado, como un frío viento de Mayo. Algo se apagó en nuestras miradas.

Afuera hace calor, y salimos a caminar, pero en nuestros corazones hace muchísimo frío. Todo está helado. Yo me voy, y vos no me vas a buscar, como siempre. Las noches se hacen más largas con cada día, y la temporada de lluvias y lágrimas comienza.

Un brote verde esmeralda reverdece en tus ojos, estás joven de vuelta. Es primavera de nuevo, pero ya no sos vos, sos otra. Y yo tampoco soy yo, soy otro. El ciclo se renueva, pero en otra pareja, que volverá a danzar bajo la Gran Rueda del Samsara, sin saber que lejos los miramos sin ira, sin apego, sin resentimiento, y con mucho mucho Amor.

lunes, 14 de julio de 2008

Amor

Tu amor

(o el amor que siento por vos, ¿no es acaso lo mismo?)


me completa.


Gracias por eso, Patita.






sábado, 12 de julio de 2008

Everlong

Este es el mejor tema de los Foo... les dejo las letras.



Verse 1-

Hello
I've waited here for you
Everlong

Tonight
I throw myself into
And out of the red, out of her head she sang

Come down
And waste away with me
Down with me

Slow how
You wanted it to be
I'm over my head, out of her head she sang
Chorus-

And I wonder
When I sing along with you
If everything could ever feel this real forever
If anything could ever be this good again

The only thing I'll ever ask of you
You've got to promise not to stop when I say when
She sang
Verse 2-

Breathe out
So I could breathe you in
Hold you in

And now
I know you've always been
Out of your head, out of my head I sang
Chorus-

And I wonder
When I sing along with you
If everything could ever feel this real forever
If anything could ever be this good again

The only thing I'll ever ask of you
You've got to promise not to stop when I say when
She sang
Chorus-

And I wonder
If everything could ever feel this real forever
If anything could ever be this good again

The only thing I'll ever ask of you
You've got to promise not to stop when I say when
She sang

Walking after you

-Si a vos te sirve, hacelo, pero es porque no podés escucharme-, me dijiste.
-Es que vos no entendés. No es sólo que quiero y necesito volver con vos porque te amo. También siento que nos merecemos una segunda oportunidad-
-Sí, puede ser, pero no ahora. Tengo demasiadas cosas que pensar por el momento, y no puedo hacerlo si te tengo que cargar en mis espaldas-, sentenciaste con rotundidad.
-Yo no quiero que me cargues. Quiero ayudarte a crecer-, respondí.
-Es que no podés ayudarme. Yo lo que quiero es estar sola, no quiero lidiar con esto, es más fuerte que yo. Si no entendés esto, no tengo nada más para decirte-
-If you walk out of me, I'll be walking after you-

miércoles, 9 de julio de 2008

Not up to you

I walked into you, and you rejected my argument.
-It's not up to this, or that, Honey-, you said.
-So, what is up to?-, I asked.
-It's just not up to us. This is not us, it's just something we made up. It was good for a while. It was neat for a while, but now it's just fallin' into pieces-
-So, it's not up to me...and it's not up to you...not up to anything we do-
-Yes, that's the way I see things now-
-OK, so I guess this is the end, right?-
-It's only a brief farewell, my love-
I walked out the room thinking how wise and loving you were.


You only live once

That's something I'm starting to disagree with, Laddie.

martes, 8 de julio de 2008

Siesta

Cuando nos habíamos acostado, me dijiste que el amor no podía ser medido, pero yo no estaba de acuerdo. Y entonces me quedé pensando, antes de dormirme, si el amor por nuestras parejas tenía motivos, razones y por qués. Sí, me dije, porque nadie ama por nada. Y el que ama sin que nada le den es un neurótico, un obsesivo. Pero, entonces, ¿qué es lo que hacía que nuestro amor fuera tan particular, tan único?
¿Era amor o era otra cosa? "No, es otra cosa", me dije...es obsesión, posesión. Esto no era amor, me repetí, era tan sólo la búsqueda desesperada de seguridad realizada. Era como volver a hamacarnos en los brazos de nuestros padres, sin una sola preocupación, sin ninguna necesidad, totalmente tranquilos.
¿Pero no había acaso cierto amor en todas esas golosinas, en todas esas sonrisas compartidas?
Me dormí y empecé a soñar que estaba en tus brazos, y por cierto, lo estaba. En el sueño yo dormía en tus brazos pero vos no eras vos. Eras tan sólo tu cuerpo, tus emociones, tu pasado. Pero a vos te faltaba alma. Habías perdido todo, y sólo me abrazaba una linda chica con algo de atractivo en su mirada. Pero nada más. Me asusté. ¿Qué se había perdido? ¿Qué era eso que indefinidamente catalogamos como alma y que identifica al otro, y sin lo cual esa otra persona es otra?
Me desperté transpirado. Estaba temblando, y te miré. Un hilo de saliva caía de tu labio, y roncabas ligeramente. Y de repente me pareciste extraña y ajena. Algo te faltaba,...estabas más ligera, y cuando te despertaste algo indefinido faltaba en tu mirada, algo, tal vez, que otros llamarían alma, y que se había perdido en esa siesta.

To me you are a work of art

Sos imperfecta, y sin embargo estoy apegado a vos....
y cuando pienso en alguien, pienso en vos,
aunque nunca piense en nadie, yo pienso en vos,

y por eso sos para mí perfecta,
¿para qué seguir buscando, cuando sos el fin?
si el camino solo me lleva a vos
vos sos una obra de arte para mí.

Completa en sí misma,
con todas las contradicciones posibles,
con todas las locuras imaginables,
con todos los miedos capaces de ser contenidos en un corazón,
para mí sos perfecta,
perfecta e inalcanzable.

domingo, 6 de julio de 2008

El Sendero del Medio

Este video de "Little Buddha" ejemplifica la actitud de un budista hacia los peligrosos extremos del ascetismo y la autocomplacencia. Caminar por el Sendero del Filo de la Navaja...tan afilado y tan difícil es hacer equilibrio, sin torturarnos y sin regodearnos en el placer. Espero que les guste. Y sí, ese es Keanu Reeves. Muy buena la peli.


sábado, 5 de julio de 2008

Siddhartha, el mendicante


Esta es una pintura de Abanindranath Tagore, de lo que se llamó la Escuela Bengalesa, que representa a Siddhartha como mendigo. Gustaba mucho a Krishnamurti, y en verdad, tiene algo de indefinidamente atractivo, hay algo de humildad y autoridad en el porte que me gustan de esta pintura.


El óctuple sendero (Correcto Modo de Vida)

El Correcto Modo de Vida consiste en abandonar cualquier trabajo u ocupación que pueda perjudicar la vida o salud de los demás seres vivos.
Por lo tanto, para cualquiera que quiera seguir el Sendero del Dhamma o Dharma, los negocios en las siguientes ocupaciones están proscritos:

♦ Comercio con armas: cualquier tipo de negocio con armas o elementos diseñados para matar.
♦ Comercio con seres humanos: la esclavitud, la prostitución o cualquier tipo de transacción con niños y adultos.
♦ Comercio con carne: se refiere al negocio de comprar y vender animales para matarlos, y no para tomar de ellos su leche, su lana o cualquier otro producto.
♦ Comercio con productos que produzcan intoxicación: se refiere a elementos que causen adicción o efectos negativos en los seres humanos.
♦ Comercio con venenos: cualquier producto que esté diseñado para aniquilar animales.

A esto se le llama Correcto Modo de Vida.

jueves, 3 de julio de 2008

El óctuple sendero (Correcta Acción)

La correcta acción, la correcta conducta, o el correcto estilo de vida, consiste en la pureza de las acciones. Las acciones puras sólo pueden nacer de un corazón que no está torturado por el deseo. Las acciones puras realizadas bajo la represión del Yo no son más puras que las del pecador. Por eso es de primordial importancia comprender la Correcta Observación, poder mirar la realidad tal cual es y no como deseamos que sea. Sin esperanzas, idealizaciones, sin una mirada negativa, sin una mirada positiva. Lo que necesitamos es una visión realista (realista en el sentido holístico del término) de los seres y las cosas que se encuentran en este hermoso Mundo.

La Correcta Acción puede dividirse en tres partes:

♦ Abstenerse de tomar la vida ajena. El budismo es una disciplina que aboga por los derechos de los animales, y no sólo por la de los seres humanos, que son tan sólo una de las especies animales. De todas maneras el vegetarianismo es recomendado, nunca obligatorio.

♦ Abstenerse de robar. Esto no sólo en el sentido tradicional de término, sino también abstenerse de tomar las cosas aparentemente sin dueño que pudieran encontrarse.

♦ Abstenerse de mantener una conducta sexual ilícita. En este caso, la insistencia está puesta en mantener relaciones sexuales con personas que son menores de edad, o están casadas, comprometidas, o de novios/as con otras personas. Es interesante encontrar que para los laicos (no monjes) no hay mayores prohibiciones en este campo, sino que se recomienda prudencia, respeto y amor por los otros seres.

martes, 1 de julio de 2008

El óctuple sendero (Correcto Habla)

Con correctos pensamientos, con intenciones puras, lograremos expresar este interior luminoso. La correcta intención puede ser muy difícil de practicar porque no controlamos nuestros pensamientos, sino que son ellos más bien quienes nos controlan a nosotros. Por esto es de primordial importancia no reprimir nuestros pensamientos, nuestras intenciones. Ellos están ahí para que aprendamos el camino del medio, de la moderación, y del desapego. Cuando un pensamiento que sabemos nos hace mal surge, ¿podemos simplemente mirarlo, observarlo, sin siquiera nombrarlo? Ese pensamiento, sea bueno o malo, es quien nosotros realmente somos...es el peso de la capa más profunda de la consciencia, que nosotros llamamos inconsciente o Ello. Luego adviene el controlador, el Yo, la energía que es el peso del pasado tratando de amoldar el inconsciente, lo no controlado.
Comprender este proceso, observarlo con toda su fuerza, produce la disolución del mismo. Claro, este es un proceso que puede tardar mucho tiempo, porque aprender a conocernos demanda tiempo. Sin embargo, a medida que nos estudiamos más y más, alcanzamos una serenidad mayor, porque el conocernos nos da sosiego y calma.
Pues bien, cuando alcanzamos el estado de correcta intención, naturalmente nuestro habla (que es sólo la manifestación parcial de nuestro pensamiento) se vuelve clara como una corriente impura a la que se la ha alejado de las contaminacionesque oscurecían sus aguas.
El arte del correcto hablar, del correcto expresarse, se divide en:

♦ Abstenerse de decir mentiras.
♦ Abstenerse de palabras divisivas o sectarias.
♦ Abstenerse de decir malas palabras.
♦ Abstenerse de mantener conversaciones frívolas.

Quiero recordarme y recordar a quienes lean esto, que estas pautas nunca, nunca deben ser tomadas como una ley autoritaria, sino que son tan sólo normas de conducta que deben ser practicadas y comprobadas en su efectividad. Para quien posee una correcta observación, es natural la correcta intención, así como para quien ha practicado la correcta intención, el correcto habla es algo que solo puede suceder sin presiones.