Si miramos al otro,
y deseamos,
no hay amor.
Si observamos el mundo,
y encontramos miedo en nuestra alma,
no hay amor.
Si la felicidad de nuestra pareja,
nos causa dolor,
no hay amor.
¿Dónde está el amor, entonces?
Quizás en el vacío que conecta dos átomos,
en la libertad última de la mente y la pasión,
en la renuncia a lo que es.
Estando vacíos somos plenos,
siendo pequeños, nos volvemos grandes,
con sincera humildad, elevados hacia las alturas.
Cuando veo mi apego a ti,
me doy cuenta que poco amor hay allí.
El amor es libre, y yo soy esclavo,
el amor desata, y yo quiero encadenarme,
el amor está vacío de todo, y todo lo llena.
Aprender a amar no es posible,
no hay técnica,
ni enseñanza alguna que al amor llegue.
Más bien todo conocimiento debe desaparecer,
y volvernos receptivos como una mujer puede estarlo,
a la espera de su amante.
Sin movimiento alguno de la mente,
sin deseo alguno del corazón,
algo sagrado más allá se esconde
detrás de las formas del mundo de Maya.
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