miércoles, 28 de noviembre de 2007

Inspiración socialista

Vivir en esta vida para morir y obtener una recompensa en un hipotético Más Allá es, hoy por hoy, un insulto a la Historia de la Humanidad. ¿Por qué esperar con paciencia la llegada del Reino de los Cielos, cuando juntos podemos construir un mejor Edén que el Bíblico en nuestra pequeña burbuja azul?

El optimismo, a pesar de todas las maldades del Ser Humano, es heredero de la Ilustración y de las disciplinas más humanas que ha tenido el Hombre, como la filosofía Jónica y el paradigma científico-matemático. Hoy por hoy, creo que a pesar de las tendencias autodestructivas que poseemos, vamos a lograr convertir este Planeta en un hermoso jardín.

lunes, 26 de noviembre de 2007

The Diggers

Hoy me gustaría mencionar brevemente la obra de uno de los pensadores ingleses que más me ha gustado leer. Se trata de Gerrard Winstanley, quizás el fundador del movimiento que en 1650 se conocería en los arrabales de Londres, como The Diggers o True Levellers. A continuación voy a agregar un vínculo a su obra corregida The Law of Freedom in a Platform, que incluye las bases de su pensamiento e ilustra hermosamente algunas de las teorías políticas y religiosas en boga en la convulsionada Inglaterra de mediados del siglo XVII.
Winstanley fue un autor profundamente influido por lecturas muy subjetivas de la Biblia, en una época de grandes crisis religiosas en Europa, cuando los movimientos Protestantes fomentaban una aproximación más personal e individual hacia los textos sagrados, lo cual produjo grandes controversias en su tiempo.... incluso en vida del mismo Martin Luther. Quizás muy próximo al anabaptismo, que había conocido un gran éxito debido a la obra y vida de Menno Simmons, del otro lado del Canal, el pensamiento de Winstanley está lleno de vida y de ideales religiosos, pero también sociales, y sus primos conceptuales probablemente sean los famosos quakers, luego asentados en la noble Philadelphia de Norteamérica.
Aquí les dejo un atajo a su hermosa obra, dedicada al Protector de los Reinos Británicos (con excepción de la Escocia presbiteriana), Oliver Cromwell.

sábado, 24 de noviembre de 2007

Preocupación ecológica

Últimamente, una extraña obsesión invade mis pensamientos de día y me sorprende durante los miedos inconscientes de la noche: el fin del Mundo.
Hace ya unos años que un vívido sueño, el más vívido de todos los sueños que tuve en mi vida, destruyó mi ingenua creencia en la inmortalidad de nuestro pequeño Planeta. En él, un enorme asteroide de forma irregular y de un intenso color rojizo colisionaba directamente con la Tierra. La sensación era demasiado real, casi física, podría decir. El sacudimiento, la enormidad del elemento extraterrestre, la nitidez de los cráteres en su superficie, todo representó en ese momento un cambio significativo en mi relación con el medioambiente y con el Universo.
Hoy, este miedo inconsciente, representado en un sueño por la inminente destrucción del mundo, me lleva a intentar medidas individuales (puesto que no creo en la bondad de los hombres, y en eso me parezco a Calvino y a Waltari), tales como el vegetarianismo (ahora abandonado) y más recientemente el reciclado. ¿Qué es lo que hacemos cada uno de nosotros por evitar que los mares se levanten, que la temperatura aumente y que los ecosistemas colapsen directa o indirectamente?
Esto es absolutamente serio: ¿hay alguna posibilidad de devolver el equilibrio climático a la Tierra.... ese precario equilibrio que hoy ya no existe? ¿Sirve de algo participar en una campaña como la promovida por Greenpeace para la Ley de Bosques (a la cual adherí, pero en cuyos satisfactorios resultados no confío totalmente)?
En última instancia, todas las preguntas me devuelven al punto de partida de todos los filósofos: ¿puede el hombre cambiar o seguirá siendo un autómata incapaz de racionalidad y amor? ¿Podremos evitar esta catástrofe sin precedentes en la historia del pequeño globo azul del Sistema Solar?





miércoles, 21 de noviembre de 2007

El sueño del cátaro

Bajo un cielo profundamente anaranjado, bellas nubes de color añil chocan con una columna de inconmensurable tamaño, cuya perfección es absoluta e irreal. El material, inexistente en cualquier otro lugar de la región, se parece al metal que en algunas partes se conoce como titanio, y posee un color azabache intenso. La columna se pierde entre las volutas de fino gas, y más allá del cielo de color intenso.
Me he encontrado esta mañana pensando en el significado de esta columna, que algunos llaman Dios. Una profunda angustia corroe mi alma. La sabiduría de los filósofos, que antaño calmase mi sed, es polvo en mi boca y espinas en mis doloridos pies.
Y es que existen rumores que indican que otras columnas, igualmente perfectas han sido encontradas en remotísimas regiones, donde la tierra es negra como las plumas de cuervo.
Todo empezó hace aproximadamente 100 años cuando un anciano viajero llegó con extrañas nuevas sobre el colapso de las columnas. Todos nos mofamos de él, tachándolo de ateo y profano. Ahora que lo pienso, lamento mis acciones.
Pocos meses después, uan joven compañía de muchachos vagabundos, provenientes del Sur quedaba sorprendida por nuestra columna. Decían que sólo conocían una, pero que era el color lo que los dejaba sorprendidos: en sus húmedas tierras, la columna era blanca, de un blanco marfil de nívea tonalidad.
Obsesionado por estos dos extraños eventos, salí a recorrer el mundo en busca de nuevas. Y lo que encontré fue, sin dudas, sorprendente: tras 76 años de intensa búsqueda descubrí 17 columnas, 8 blancas y 9 negras, dispuestas en orden aleatorio, a lo largo de más de 60 diferentes bloques de tierra cuadrangulares.
Lamento profundamente haber comunicado estas noticias a mis hermanos en el mundo, puesto que ahora se ha corrido la voz de que un hereje ha proclamado la finitud del mundo (lo cual sin duda contradice la infinitud visible de las columnas). Hoy a la noche, a más tardar, seré inmolado en el altar Norte por mis viles ataques a la Deidad sin nombre. Una espantosa seguridad me invade. Nuestro mundo, con forma de ajedrez, es el tablero en el cual dos potencias se disputan las almas. Los movimientos de los que habló el Viejo son, sin embargo, espaciados. Demasiado espaciados. He calculado que cada columna se mueve aproximadamente cada 300 millones de años.
Creo, desde mi celda, poder vislumbrar la Corona de Hierro que ostenta nuestra Deidad. Mi lucidez me hace fuerte en estos momentos de desgracia. Mi alma la entrego al noble jugador detrás del juego.