domingo, 12 de abril de 2009

A propósito de las Pascuas

A pesar de ser normalmente una persona que disfruta de llevar la opinión contraria, de lucir por oposición, debo admitir que no soy más que un cristiano vulgar.

¿A qué me refiero con esto?

Pues que realmente sigo el núcleo de las enseñanzas éticas de Yeshuá ben Yosef, contenidas en los cuatro evangelios, y en los libros de hechos y posteriores escritos de los padres. Esto equivale a decir, quizás, que, como millones de otros cristianos modernos, tengo simpatías por la figura del predicador galileo, aunque descreo de la Iglesia. En este último punto cimento mi postura de ser un cristiano vulgar, uno más de la masa.

Pero es difícil no apreciar su figura (no creo que haya sido una figura histórica, ¡qué contradicción!, ¿eh?) cuando bajo su nombre aparecen narradas historias tan conmovedoras, y palabras tan sabias y sensatas. Ya que celebramos en estos días su muerte, pero sobre todo su resurrección al tercer día de haber sido sepultado, pensé en transcribir algunas de las partes que más me gustan.

Antes de comenzar, voy a agregar una explicación al uso de huevos pascuales. Los huevos han significado para innumerables culturas la transición de la vida a la muerte, y viceversa. El huevo, como potencia de lo que está por hacerse vivo, y también como presencia de lo no manifestado. Es un estado intermedio. Es también un símbolo muy gráfico de la inmortalidad: si el huevo contiene vida y la vida engendra huevos, entonces hay posibilidad de vida ilimitada y resurrección.

Oyeron que fue dicho: "Ojo por ojo y diente por diente". Pero yo les digo: No resistan al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo niegues.

Mateo 5, 38-42.

"Oyeron que fue dicho: "Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo". Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, bendigan a los que los maldicen, hagan el bien a los que los odian y oren por los que los ultrajan y persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos y llover sobre justos e injustos. Si amas a quien que te ama, ¿qué recompensa tendrás?

Mateo 5, 43-46.

No juzgues y no serás juzgado; no condenes y no serás condenado; perdona y serás perdonado. Da y se te dará"

Lucas 6, 37-38.

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