viernes, 17 de abril de 2009

Dejar ir

Che!, ¡qué increible encontrarnos en esta esquina de besos y abrazos! ¡Qué increible sentir tu boca dulce, tus labios húmedos con sabor a melón! No puedo creer que bajo esos ojos serios, encontrase tanta vida, y en tus brazos recuperase el amor que ayer creí perdido para siempre.

Aunque me digan que no puede ser, que es incorrecto, en tu mirada hay una danza, hay recogocijo, hay sabor a algo más, Amor, no puedo explicarlo mejor.

Tus ojos dicen algo, pero tu boca te traiciona. Tus manos son certeras, aunque la apariencia sea adversa. Tus besos saben a impostura, aunque sean dulces como la miel.

Tu inocencia exterior es sincera, pero adentro de vos está el fuego de mujer, que ninguna de ustedes puede evadir. Esta es tu mayor debilidad, porque te traiciona en tu fortaleza. En tu misma casa, encontrás tu adversario.

Gracias, completa desconocida, por darme de probar aquello que es tan caro a mi corazón: el placer de conocer a una desconocida, por hacer que todo sea nuevo otra vez.

Aunque ello traiga aparejado el descenso de la rutina, saboreo hoy nuevamente tus besos níveos que me llevan a alturas que no imaginaba.

Gracias, bella extraña por enseñarme el valor de dejarse ir por un momento.

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