domingo, 2 de noviembre de 2008

Relato del Personal Fest

Son las 16.20. Seba, Flor y Yo, estamos en el 15. Vamos hacia Avenida del Libertador, y el Sol raja la tierra. Estamos los tres expectantes, hablando como siempre, de física, astronomía, geografía: unos nerds totales.
Caminamos y caminamos. La gente usando corbatas en la cabeza, nosotros enfilamos derecho hacia el galpón donde está tocando Deborah del Corral. No suena mal, pero hace mucho calor y el olor intenso a marihuana no se esfuma, lo cual anuncia uno de los rasgos más característicos de la noche: la presencia de tal sustancia en todas partes y a toda hora.
El mapa anuncia que Leo García ya está tocando en el escenario más grande, y después de una breve resistencia de Seba, que le tiene cierto rencor al Señor García, lo convenzo de que va a estar bueno el show. Llegamos al promediarlo, y la verdad es que está sonando bien. Toca algunos de sus éxitos, entre ellos "Morrisey". Termina el show con muy buena onda, coherente con su tradición, disfrazándose con una peluca afro y agarrando dos maracas. Los equipos del escenario nos dejan asombrados: suenan muy bien, y cuando el bajo toca fuerte, te provoca un temblor total. Como REM va a tocar ahí más tarde, nos vamos contentos, ya asegurados de que va a ser uno de los mejores recitales que jamás presenciemos.
Mole, la banda de Charly Alberti, está por empezar en el escenario que mira al que acabamos de dejar, el cual es una réplica en menor escala (y con mucho menos sonido). Desde el comienzo, los tres nos miramos y comprendemos lo que pensamos: sí, la batería suena muy bien, es el sonido característico del batero de Soda, pero la voz del cantante....hay algo que no nos cierra. Les propongo a los chicos escuchar un par de temas, y si la cosa no mejora, irnos para la islita en el centro del festival, a escuchar bandas que hacen shows cortos de 15 o 20 minutos. Como, efectivamente, la performance si no se cae, al menos no levanta la calidad, nos vamos para el mencionado lugar.
Están tocando The Siniestros, una banda que todavía no sé si catalogar como Punk, Folk, Rock, etc. Lo cierto es que son divertidos, comenzando por los atuendos. Van vestidos de negro y rojo, y usan unos pañuelos rojos con agujeros para ver, atados sobre sus cabezas. La música que al principio se me hace una mezcla de Creedence y un grupo de Mariachis, es catalogada por Flor como algo parecido a Johnny Cash: no puedo sino darle la razón.
Tocan sin parar, y nos sentamos a la sombra de una palmera, mientras el Sol consume a los más audaces: nosotros preferimos conservar nuestras fuerzas, a la espera del plato fuerte, que en esta ocasión está repartido en 4 partes bien sabrosas.
A la gloria indie le sigue el show de Valeria Gastaldi, que Flor denosta con furia. Seba se limita a hacerle fuck you un par de veces, frente a la escandalizada censura con la que resisto su mala educación. Lo cierto es que si bien Valeria es una chica que no canta mal, su pop pegajoso y shakiresco nos deja empalagados de ositos, rosas y colchas perfumadas. Huimos despavoridos como la aldea gala cuando el bardo Asuracentúrix, en Ásterix, empieza a cantar sus estrofas disonantes.
Llegamos entonces con tiempo para ver la que promete ser la banda mejorcita de las tres (llamémoslas así) teloneras de REM: The Mars Volta. Salen puntuales al escenario, vestidos como una mezcla perfecta de Elvis y Led Zeppelin, con banderas de la gloriosa nación de México (cabrones), y brindando un show que no para en ningún momento. Es rock puro, sin límites, con silencios acotados, intenso como nunca antes había escuchado. El cantante se mueve como un poseso: salta, se revuelca, juega con el micrófono, se sube al decorado y destruye una parte, grita varias veces "Hello, Houston", quizás pensando que todavía se encuentra en su Texas querida. El guitarrista, con un look Bobdylanesco (horrendo neologismo), la rompe. ¿Qué más puedo decir? Es un virtuoso en su caos destructivo de punteos imposibles y rock-blues psicodélicos. Pero la verdadera estrella de la noche es el baterista de esta banda: Seba comenta con cierta sorna, que se debe haber aspirado 20 líneas de coca. En efecto, el hombre parece no conocer la palabra cansancio, y más que un hombre parecía un mono salvaje con palillos al que le han picado el trasero.
El show terminó en medio de los aplausos de aprobación de un público que sospecho no entendió de qué trataba la cosa. Yo creí estar presenciando uno de esos extraños momentos en los cuales hay un guiño de complicidad entre la banda y los entendidos de la música, de los cuales no particiaba el otro 99% de la audiencia, y que luego es recordado como uno de los grandes recitales dados por los músicos en cuestión.
Con pocos, poquísimos minutos de diferencia, salen los Bloc Party a tocar sus temas entre el britrock, el punk y la electrónica, en el escenario mayor. Con esta banda empieza lo que sin duda fue la mayor sorpresa del día para mí: las ganas de bailar. Los temas están buenos, y la voz del cantante, muy parecida a la de Robert Smith, de The Cure, suena bien. El tema que más me gustó incluía un xilofón y era más bien tranquilo. El show es parejo, y la gente se prende en un par de canciones. Adelante mío, por ejemplo, tengo una chica que se contorsiona frenéticamente al son de sus canciones, y que parece conocer, sin excepción, la letra de cada uno de ellos. Hago una nota mental: "Chica interesante". A Flor y a Seba, atrás mío, también les gusta la banda, haciéndome notar, sin embargo, que los temas empiezan muy arriba y se van quedando poco a poco. No coincido con ellos, pero el show termina antes de que nuestra discusión finalice, por lo cual nos vamos a comer unos patys.



Este demuestra ser nuestro primer y único error de la noche, puesto que la idea bien concebida, estaba descontextualizada: no se nos había ocurrido que la gente también razonaba y pretendía comer en tan justo momento. Después de una espera de 10 minutos (oh tiempo precioso jamás recuperado), volvemos a la isla, cansados y de mal humor, a ver el show de Pánico Ramírez, una banda que a los chicos les gusta mucho, pero que yo nunca había oído. A los 10 minutos, sin embargo, escuchamos con sorpresa de nuestra parte, a los Dire Straits...¿puede ser? ¿Un show sorpresa? NO. Son los Kaiser Chiefs que están comenzando su recital. El primer pensamiento que se me pasa por la mente es: ¡Dios, qué bien que suenan!, seguido por: ¡Qué mal momento para tocar, justo cuando estoy muerto de hambre, cansancio, y me tengo que ir a acomodar para ver a REM!
Seba toma entonces las riendas del asunto, nos pide plata y se va, cual Leónidas en las Termópilas, a sacrificarse por nosotros, miserables helenos. Vuelve con 3 hamburguesas después de media hora, mientras Flor y Yo disfrutamos desde lejos, lejísimos, el show que a estas alturas ya se ha perfilado como memorable, de Kaiser Chiefs. Tocan todos los éxitos, y acá mi hermano que estaba allá adelante, bañado en sudor ajeno y entre gritos de fanáticos, me dice fue el que rompió la noche, aun al que le seguía.



La luna en forma de arco se mece suavemente acompañada por el planeta Venus, brillante, mientras anochece y refresca, cuando por fin sale la banda a la que había ido a ver, y por la cual pagué 150 pesos: REM. Ya repuestos en nuestras energías y estados anímicos está por empezar un recital del cual nunca me voy a olvidar.
Abren con un tema que no conozco: "Living Well is the Best Revenge". Suena muy bien, todo está donde debe estar: las luces, los parlantes, los músicos. Buck, Stipe y Mills, de derecha a izquierda, la formación tradicional, una de esas conoce de memoria como la Argentina del 86 con Maradona.
"I Took Your Name" es seguida por "What's the Frequency Kenneth?", temazo viejito que el público festeja.
Nos vamos, luego, a Automatic for the People con "Drive", el tema que abre ese disco que escuché por primera vez a los 16 años cuando un amigo me dijo: "Tenés que escucharte estos discos, Nacho"...eran aquel y Out of Time, que se convirtieron en mis favoritos desde entonces, junto con "Word Gets Around" de Stereophonics, "What's the Story/Morning Glory" de Oasis, y "The Joshua Tree" de U2.
Empiezan el movimiento y la declaración política, cuando tocan "Driver 8", "Man Sized Wreath" e "Ignoreland" (dedicadito a George Bush Padre, una joya musical), declarando Stipe que detestan a su gobierno actual, y que apoyan a Barack Obama: demócratas los chicos de Atlanta, fieles a su tradición universitaria y pacifista.
Para mí llegó el momento entonces de irme para adelante: después de la protesta, llega el momento de moverse y saltar, y REM lo sabe, teniendo la experiencia de más de 20 años de shows en vivo. Tocan "Fall on me", "Electrolite" e "Imitation of Life". La gente al lado mío llora, ríe, saca fotos, canta a viva voz, todo al mismo tiempo. Yo mismo empiezo a bailar con Electrolite, acordándome del excelente disco que cierra, "New Adventures in Hi-Fi", bastante desconocido para el fan promedio de REM.
Después de la fiesta y de la euforia, llega el momento de madurez del show. La reflexión y la melancolía nos invaden con "Everybody Hurts", "She Just Wants to Be", del disco Reveal, otro discazo, y con "The One I Love", "Nightswimming". Las melodías suenan perfectas, la voz de Stipe es clara, la guitarra de Buck acompaña todas las variaciones de los temas, y el bajo y los coros de Mills suenan impecables: REM se escucha como si estuvieran siendo editados en un estudio de altísima calidad en NY, y sin embargo, están cantando a pulmón en frente a 40.000 personas. Esto es una de las cosas más rescatables del espectáculo...el hecho asombroso de que una banda llegue a tal grado de armonía sonora, bajo condiciones adversas. Ni siquiera Oasis que es una banda que suena muy bien en vivo, llegó a sonar tan bien.
"Let Me In", "Horse to Water" y "Bad Day", le devuelven la atmósfera festiva al show. Con "Orange Crush" empieza el momento en el cual el recital alcanza su clímax. De aquí en adelante todo es lujo, todos los temas son conocidos y aclamados, y es el momento en el cual la gente, como luego conversamos con Flor y Seba, alcanza ese estado casi religioso de paz y amor.
Le siguen "It's the End of the World as We Know It (And I Feel Fine)", luego de lo cual la banda se retira dramáticamente, para volver con los aplausos del público, "Supernatural Superserious" seguida de "Losing My Religion", y acá Seba me cuenta que un papá emocionado hasta las lágrimas intenta hacer comprender a su hijo de no más de diez años "que escuche ese riff, ese estribillo".
"Great Beyond" y "Man on the Moon" cierran un show impecable. Buck agarra a Stipe que parece no querer irse y seguir cantando toda la noche. La gente se va contenta, muy tranquila, satisfecha de las casi dos horas de show.
Un momento que me queda grabado en la memoria es cuando después de haber bajado del escenario, y de haber interactuado con la audiencia, Stipe sentencia: "People are good"..., lo cual me muestra también la otra cara de Estados Unidos, acostumbrados como estamos a ver The Dark Side of the Moon: la del americano bueno, confiado, un poco ingenuo, y definitivamente demócrata,... un espécimen maravilloso que me encontré muchas veces a lo largo de mi vida y que hoy, lamentablemente, está en peligro de extinción.
Nos fuimos a casa con una sonrisa en la cara, y muy cansados, pero contentos de haber visto tantas buenas bandas, y de haber pasado un día tan increíble. Hacía mucho tiempo no me divertía tanto.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenísima reseña!! Lástima que no pude ir...

Y buenísimo encontrar a alguien que lee Asterix. ;)

Anónimo dijo...

Buenísima reseña!! Lástima que no pude ir...

Y buenísimo encontrar a alguien que lee Asterix. ;)