A la mente le gusta jugar.
Y uno de sus juegos preferidos
consiste en negar los dictados del corazón.
Pero el corazón es más sabio, más constante,
y si sos lo suficientemente inteligente
para oir lo que tiene para decirte,
tu corazón disolverá el parloteo de la mente,
como el Mar disuelve la más dura de las rocas
hasta volverla fina arena.
El corazón y la mente son también
como dos consejeros de un Soberano.
Uno es ligero, agresivo y no puede
ver más allá de sus narices.
El otro es paciente y sincero,
y sabe que las guerras que se ganan
con rapidez y facilidad,
no producen conquistas duraderas.
Por eso, este consejero prudente
susurra palabras de paz y fortalece
con su sabiduría la fortaleza de su reino.
Y uno de sus juegos preferidos
consiste en negar los dictados del corazón.
Pero el corazón es más sabio, más constante,
y si sos lo suficientemente inteligente
para oir lo que tiene para decirte,
tu corazón disolverá el parloteo de la mente,
como el Mar disuelve la más dura de las rocas
hasta volverla fina arena.
El corazón y la mente son también
como dos consejeros de un Soberano.
Uno es ligero, agresivo y no puede
ver más allá de sus narices.
El otro es paciente y sincero,
y sabe que las guerras que se ganan
con rapidez y facilidad,
no producen conquistas duraderas.
Por eso, este consejero prudente
susurra palabras de paz y fortalece
con su sabiduría la fortaleza de su reino.
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