-Estaba obsesionada-, me decís con aire de superada. -No era amor. Simplemente me había dejado, y no lo podía soportar. Enloquecí, qué se yo, no era amor, no era amor-, repetís con aire convencido mientras vaciás la lágrima que te habían traído hace diez minutos.
-Te llamé porque necesitaba discutir esto con vos, porque me suena conocido-, digo con aire indifererente, pero muriéndome de angustia por dentro. -¿No te parece que esta situación es análoga a la que vos describís?-.
-No, no tiene nada que ver. ¿Ves que no me entendés, que no me escuchás? A mí nunca me amaron, en cambio yo a vos te amo-, me señalás con tranquilidad. -El problema es que no nos hace bien estar juntos, pero que te amo, te amo, y de eso estoy segura. Pero no es buen momento, tenemos que crecer-, sentenciás con rotundidad.
-Pero no entiendo por qué no podemos crecer juntos. Además, si realmente me amás, ¿cómo podés dejarme así, con total convicción? Yo nunca podría hacer esto, mi amor por vos es tan fuerte, que no toleraría no poder mirarte por mucho tiempo-.
-No te dejo con total convicción, ¿vos te creés que esto es fácil para mí? Todos los días me pregunto si estoy haciendo lo correcto, pero no sé, siento que ahora tenemos que estar separados. Igual, creo que nos vamos a volver a encontrar, siento que es nuestro destino estar juntos, pero no ahora-, me dice.
-¡Eso, eso es lo que me saca de quicio, que digas eso cuando sabés que me muero por volver a tenerte!-, le grito ya un poco fuera de mis cabales. -¡Si te vas, andate definitivamente, pero no me hagas esperar así!-.
-¡Yo no te pido que me esperes! ¡Y además, vos me querés tener de vuelta porque sabés que ya no podés tenerme!-me grita ella también, bastante exaltada. -¡Es de manual de psicología! Te hubieses acordado eso antes de tratarme mal y dejarme-, señala coléricamente.
-Ya te pedí perdón por eso, pero vos sabés que yo nunca te quise dejar, si no nunca hubiese vuelto a vos-, le digo casi como en una súplica. -En definitiva, lo que me pasaba es que me enojaba por boludeces, y me volvía un expulsor, pero en realidad nunca dejé de amarte, y en mi corazón nunca creí que no fueses para mí, o que fueses la mujer que iba a amar por el resto de mi vida-, le solté dándome cuenta que los ojos se me humedecían.
-¡No podés decirme eso ahora!-, me respondés después de un momento de silencio en el cual dos largas gotas resbalan por tus mejillas. -¡No puedo!, ¿entendés? ¡No puedo hacer esto!, me decís mientras agarrás tus cosas de la mesa, pagás los cafés y salís corriendo a la calle.
Me quedo de piedra, mientras te miro salir a toda velocidad, más avergonzado por las miradas de los otros clientes, que dolorido por tus palabras.
Abro un libro que no leo, pero que esconde mi rubor, y me pongo a pensar que me falta convicción, que no sé lo que quiero realmente, que soy un chico al que le sacaron su golosina, pero aún así, más allá de todos mis caprichos, estoy de acuerdo con vos: te amo, y es mejor para nosotros estar separados por ahora, y sí, también eso, yo también sé que estamos destinados a estar juntos, lo supe la primera vez que te tomé de la mano, y nos miramos a los ojos.
-Te llamé porque necesitaba discutir esto con vos, porque me suena conocido-, digo con aire indifererente, pero muriéndome de angustia por dentro. -¿No te parece que esta situación es análoga a la que vos describís?-.
-No, no tiene nada que ver. ¿Ves que no me entendés, que no me escuchás? A mí nunca me amaron, en cambio yo a vos te amo-, me señalás con tranquilidad. -El problema es que no nos hace bien estar juntos, pero que te amo, te amo, y de eso estoy segura. Pero no es buen momento, tenemos que crecer-, sentenciás con rotundidad.
-Pero no entiendo por qué no podemos crecer juntos. Además, si realmente me amás, ¿cómo podés dejarme así, con total convicción? Yo nunca podría hacer esto, mi amor por vos es tan fuerte, que no toleraría no poder mirarte por mucho tiempo-.
-No te dejo con total convicción, ¿vos te creés que esto es fácil para mí? Todos los días me pregunto si estoy haciendo lo correcto, pero no sé, siento que ahora tenemos que estar separados. Igual, creo que nos vamos a volver a encontrar, siento que es nuestro destino estar juntos, pero no ahora-, me dice.
-¡Eso, eso es lo que me saca de quicio, que digas eso cuando sabés que me muero por volver a tenerte!-, le grito ya un poco fuera de mis cabales. -¡Si te vas, andate definitivamente, pero no me hagas esperar así!-.
-¡Yo no te pido que me esperes! ¡Y además, vos me querés tener de vuelta porque sabés que ya no podés tenerme!-me grita ella también, bastante exaltada. -¡Es de manual de psicología! Te hubieses acordado eso antes de tratarme mal y dejarme-, señala coléricamente.
-Ya te pedí perdón por eso, pero vos sabés que yo nunca te quise dejar, si no nunca hubiese vuelto a vos-, le digo casi como en una súplica. -En definitiva, lo que me pasaba es que me enojaba por boludeces, y me volvía un expulsor, pero en realidad nunca dejé de amarte, y en mi corazón nunca creí que no fueses para mí, o que fueses la mujer que iba a amar por el resto de mi vida-, le solté dándome cuenta que los ojos se me humedecían.
-¡No podés decirme eso ahora!-, me respondés después de un momento de silencio en el cual dos largas gotas resbalan por tus mejillas. -¡No puedo!, ¿entendés? ¡No puedo hacer esto!, me decís mientras agarrás tus cosas de la mesa, pagás los cafés y salís corriendo a la calle.
Me quedo de piedra, mientras te miro salir a toda velocidad, más avergonzado por las miradas de los otros clientes, que dolorido por tus palabras.
Abro un libro que no leo, pero que esconde mi rubor, y me pongo a pensar que me falta convicción, que no sé lo que quiero realmente, que soy un chico al que le sacaron su golosina, pero aún así, más allá de todos mis caprichos, estoy de acuerdo con vos: te amo, y es mejor para nosotros estar separados por ahora, y sí, también eso, yo también sé que estamos destinados a estar juntos, lo supe la primera vez que te tomé de la mano, y nos miramos a los ojos.
1 comentario:
no sabés qué bien ("bien", es un "bien" esperanzado y un "mal" melancólico) que me hace saber esto... el último párrafo. me hace bien que estés de acuerdo conmigo en cada cosa que enunciás... principalmente la última.
no me odies por haber comentado. sabé que sos la última persona q quiero herir (eso no cambió). me pasó como en la canción de jorge... esta noche abrí esta caja de pandora.
podré ser un "anónimo" esta vez, pero no soy una extraña...
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