Caminando el otro día por el nuclear barrio de Caballito, encontré una calle que lleva el nombre "Martín de Gainza", y que aparece, en un libro de mi Tío, como un personaje de uno de sus cuentos.
Al principio me sorprendió ver ahí plasmada esa figura que resonó en mi mente tantas veces al leer dicha historia; y la curiosidad pudo más, y no tuve más remedio que adentrarme a explorarla.
Descubrí que mi asombro era absoluto: recorría frenéticamente las veredas buscando una señal, un signo de que lo que veía era cierto, era real. Miraba cada árbol con un aire angustiado, pidiéndole en secreto que me revelara si él, mi Tío, había realmente estado allí.
Tardé unas semanas en comprender realmente el por qué de mi repentina obsesión con esa callecita.
A veces tendemos a demonizar tanto el presente, que no nos damos cuenta que es el único momento que realmente transcurre. Siendo el pasado y el futuro, esencialmente distintos en naturaleza, podemos jugar con ellos el juego de la imaginación. Y creo que es de ésta manera cómo surgen los mitos.
Para mi, estar en esa calle, era estar en un pedacito de realidad que mi Tío había presenciado, y que, tal vez, no volvería a ver nunca más. Pero entre su percepción y la mía, parecía extenderse el abismo del tiempo, como si miles de años, y no unos pocos, hubiesen transcurrido; como si se tratase, en realidad, de otro mundo.
La aparición de esa calle rompió el hechizo, y yo me di cuenta que el tiempo había jugado conmigo. Había idealizado tanto la escena y los individuos que eran en la historia, que su repentina aparición en mi mundo cotidiano destruyó algo muy frágil: la creencia común de que el pasado es distinto y, con frecuencia, mejor.
Supongo que Jorge Drexler tiene razón al declarar en uno de sus temas: "Todo tiempo pasado es peor, no hay tiempo perdido peor que perdido en añorar", porque, al fin y al cabo, el presente es todo y el único tiempo que tenemos.
2 comentarios:
No tiene nada que ver, pero en la calle Martín de Gainza vive el cantante de una banda punk argentina bastante conocida.
Ahh... cuántos recuerdos de los dorados 15 años, cuando fui a mi primer recital, precisamente de esa 'banda punk bastante conocida'.
Me había olvidado, es verdad, es de Caballito el muchacho.
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