¡Qué difícil es leer a los demás! Es difícil porque estamos absortos con el ruido de nuestras propias mentes. Estamos desesperados por decirle a los demás lo que vemos, pensamos y sentimos del mundo y de nosotros mismos.
Yo quiero aprender a leer otra gente: es la mejor manera de cambiar de historia, de experimentar algo nuevo, de comprender cuan relativa, ínfima y reducida es la historia propia cuando vemos que la persona que tenemos en frente tiene otras perspectivas, otros deseos, otros miedos, y el mismo interés por no escuchar.
Si nos escuchásemos un poco más, todo sería más fácil. ¿Cómo concebir una pelea entre dos personas que comprenden que tienen problemas entre sí, y consigo mismos, y con el mundo? La sensación de que tenemos un otro que nos comprende totalmente es bellísima: nos sentimos contenidos, encontramos un refugio, porque hacemos todos los días un mundo que se parece a un manicomio, donde nadie escucha y todos gritan en simultáneo.
A veces siento que estás y no estás. A veces el ruido de mi voz no me deja oirte, y cuando por fin quiero escucharte, te veo conversando sola con un fantasma.
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