martes, 2 de diciembre de 2008

Una noche difícil

Desde hace aproximadamente un año me acerqué mucho a Seba, quien fuera mi mejor amigo durante toda la escuela primaria. Acercarme a Seba fue descubrir a Flor, su novia. Conocer a Flor fue a la vez redescubrir a Seba, y verlos en pareja me hizo muy feliz, porque me di cuenta lo buenas personas que eran, todas las cosas interesantes que compartían, lo mucho que tenían por delante, lo felices que estaban siendo en ese momento de las relaciones, durante el cual todo es maravilloso y nuevo, durante el cual todas las cosas negativas parecen momentáneas.
Sin embargo, desde hace unos meses, entraron en ese otro período de, por decirlo así, redescubrimiento del otro, cuando también te das cuenta de las cosas malas, cuando te decepcionás, cuando las ilusiones se hacen pedazos. Flor me contaba cosas no tan buenas de Seba, y viceversa; y yo, por negligencia o por temeridad, tomé la decisión de acercarlos, de hacerles saber que tenían más cosas buenas que compartir que malas.
La verdad es que pasamos mucho tiempo juntos, porque ellos son personas muy abiertas, y disfrutan mucho de las amistades, y no se sienten incómodos con mi presencia. Y la verdad es que yo me siento muy tranquilo cuando estoy con ellos, porque compartimos muchas cosas, charlamos de todo, etc.
Pero hoy en el medio de una de esas conversaciones, salieron al aire cosas no dichas entre ellos, cosas que me confiaron (y que se confiaron), cuando yo estaba de más: de uno y otro lado. Los dos se molestaron, y todos mis intentos por hacerles ver que esas cosas malas eran no más que una mancha de tinta en un libro inmaculado, fueron inútiles. Al final terminé volviéndome con Seba, aconsejándole que tomase las cosas con calma. El tema es que es su primer novia de verdad, la primer mujer que ama realmente, y yo debería quizás haber sido más sensible y darme cuenta que cualquier cosa que yo pudiera decirle no tendría ningún resultado positivo; al final de cuentas yo también estuve ahí y pasé por la misma situación.
Me volví a casa solo y triste. Me da culpa haber presenciado todo esto, y me gustaría no haber estado en el medio. No sé. Cada vez me convenzo más de que las personas muestran su lado más increiblemente bueno cuando están en pareja, al mismo tiempo que sus oscuridades más inaccesibles. El amor es una fuerza poderosa y temible. También me di cuenta esta noche lo mucho que aprendí de mi relación con la Chica de los Ojos Verdes. Lo mucho que ella me enseñó (sí, vos, que sé que todavía me leés) sobre el amor, sobre los celos, sobre el respeto, sobre la posesión, sobre la amistad, etc., y sobre las cosas que no quiero volver a repetir.
A todos se nos juegan muchas cosas con nuestras parejas, y eso hace que a veces, muy lamentablemente, no podamos ver las cosas como son, sino como tememos que sean, o como deseamos que se conviertan. A veces no se muestran más que las miserias más grandes, y los miedos más oscuros, pero si somos conscientes de eso, podemos convertirlo en un plus, podemos hacer de eso una nueva fortaleza, y convertirlo en algo anecdótico y útil lo que es doloroso, en vez de dejar que el odio, el ansia de posesión, el desengaño predominen en nosotros y nos convierta en seres resentidos y golpeados.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El amor es maravilloso, saca lo mejor y lo peor de nosotros. Creo que estar enamorado y ser correspondido es hermoso y que dos personas que se aman tienen juntas más fuerza que cualquier otra cosa. Y sé que a veces es difícil, y que hay mucho en juego, pero se puede. Confío en eso, tengo esa esperanza.

Qué cagada quedar atrapado en el medio de peleas de pareja. :S

Ignacio dijo...

Siento que a veces crecer significa endurecerse, y ese, creo, no es el camino...y sí, es una cagada quedar entre dos fuegos, por eso von Clauswitz aconsejaba antes de ir a la guerra, hacer la paz con el resto de los vecinos.