A veces es simplemente más fácil creerle a nuestros miedos y convertirlos en la realidad, que darnos cuenta que nuestra visión de las cosas está completamente distorsionada por el temor y por el deseo. Somos tan orgullosos y tan vagos que no podemos ver que eso que tememos (ese magnum timor) es un fantasma, una posibilidad, sí, pero no una realidad tangible.
A veces es más fácil darse por vencido que intentarlo, pero no hay nada más satisfactorio que volver de un largo y duro viaje, con la seguridad de haber hecho bien las cosas.
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