lunes, 20 de octubre de 2008

La conjunción planetaria y el Winning Eleven

En menos de un año, los cuatro pasamos de estar jugando a la Play (obviamente, mi superequipo, Irán, aplastaba armoniosamente a sus ínfimos rivales, aunque maliciosos rumores lo nieguen) en casa tranquilos, a hacer cucharita bajo frazadas durante frías tardes invernales.
Como si el Universo hubiese conspirado para mostrarle a la manada las bendiciones eternas del cielo (el sexo y la compañía de la mujer, elijan el orden, y niéguenme los griegos), y los horribles fuegos devastadores, pasamos de ser 4 pelotudos que se dedicaban al fútbol en pequeña escala, y a las salidas nocturnas, a protoexperimentos en la cocina de "las brujas" (cariñosamente).
Se hizo el vacío. Nos dejamos de ver. Ahora los sábados eran para remolonear en las camas junto a las hembras. Todavía me río al recordar una devastadora traducción de una frase de Corazón Valiente cuando, en vez de señalar: "¿Es tu mujer?", dice: "¿Es tu hembra?". Así que decido usar ese término cada vez que puedo.
Los domingos, fatigados por ejercicios a los que algunos eran más asiduos que otros, también conspiraban contra nosotros.
Pero la verdad sea dicha, estábamos los cuatro muy contentos de poder practicar en esa arena previa, lo que luego sería nuestra entrada en el temible Coliseo. ¿Hay algo mejor que compartir con una mujer (o un hombre para otros) un proyecto, armar un viaje, o disfrutar simplemente de un día hermoso?
Un par de años después, y con pocos meses de diferencia, a todos se nos piantó la mina, por decirlo argentinamente: sólo Nico la conserva, y por las cosas que nos cuenta, va a durar bastante: dice que es una bruja insoportable, que no la banca, que un día la va a llevar a la ruta y la va a dejar ahí. No hace falta aclarar que todos le damos la razón al pobre Nico. Temible....
Parece entonces un curioso destino que 4 personas que compartieron una amistad durante todos estos años, y con uno, un lazo sanguíneo, mi hermano (al que también considero mi amigo), se vieran envueltas en situaciones tan parecidas, y con desenlaces similares. Ninguno terminó por infidelidades, síntoma tan común en las parejas: simplemente las relaciones se deterioraron progresivamente hasta el punto de que ninguna de las 6 partes se dignó a continuar con la obra.
Como si los planetas se hubiesen puesto en movimiento en el momento adecuado, aquí estamos mirando de nuevo el camino, saliendo de noche, y listos para prender la Play y jugar al Winning como unos pendejos de 15.

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