viernes, 13 de junio de 2008

Universo paralelo

-Mar, pasame el teléfono- le digo a mi hermano.
-Pará que lo estoy usando- me responde.
La noche se está poniendo fría y ventosa, pero el día fue caluroso y estuvo muy despejado. Fue un día hermoso. Las hojas de los árboles se estaban volviendo amarillas, y las baldosas estaban engalanadas con alfombras de colores rojos, amarillos, verdes y dorados.
-Tomá, ahí te lo dejé-
-Gracias, Mar-
Marco el número, un poco nervioso, un poco indeciso. Suena una, dos, tres veces...
-Hola-
La voz femenina es suave, neutra, y algo en su tono me dice que su emisora tiene un carácter fuerte. Pero es una voz hermosa.
-Hola, ¿cómo estás?- respondo.
-Acá, por salir, ¿y vos?-
-Bien, con frío. ¿Nos vamos a ver?-
Un silencio incómodo se apodera unos segundos de la conversación. Voy muy rápido, no mido mis palabras, ni el tono, y eso produce una impresión no muy agradable en los demás. Es algo que no aprendí a controlar.
-Mirá, lo estuve pensando...- me decís después de un rato.
-Sí, yo también- me apresuro a responder, con un poco de miedo, mientras siento algo molesto en el estómago.
-Creo que mejor no deberíamos vernos. Somos muy inmaduros todavía. Hay demasiadas cosas para perder.-
-Sí, yo pensaba lo mismo. Que nos tienen que pasar muchas cosas antes, que tenemos que crecer antes de arriesgarnos.-
-¡Ah!, ¿pensás igual que yo entonces?- decís un poco asombrada, un poco decepcionada.
-Sí, somos pendejos. No va a funcionar, aunque lo intentemos. Nos vamos a caer y nos vamos a lastimar. Ya sabemos cómo son estas cosas.-
-Sí, tal cual...-
-...-
Otro silencio incómodo. Se escucha fuerte de tu lado de la línea una ambulancia, y un pitido intermitente, indescriptible, pero muy molesto.
-Bueno, che, te voy dejando, me tengo que ir- decís.
-Listo, dale. Bueno, te mando un beso. Hablamos.-
-Dale, un beso, hablamos.-
-Chau-
-Chau-
Nos despedimos sabiendo que probablemente sea la última vez que hablemos. Corto el teléfono, y me siento en el sofá. Estoy confundido. Un poco aliviado, como si un gran peso se me hubiese ido de encima. Pero muy confundido. Pienso, y vuelvo a pensar. ¿Qué pasó? ¿No nos íbamos a ver? ¿No era que había tantas ganas? Sí, pero somos muy chicos, y no queremos arriesgar. Hay mucho por perder. ¿Qué podríamos ganar?
Me levanto, y voy a colgar el teléfono. De repente me viene a la mente, en tan sólo un segundo, o así me parece, una sucesión infinita de flashes, imágenes, sensaciones, recuerdos. Hay caminatas, risas, un primer beso en el banco de una plaza, alegrías, decepciones, lluvia, sol, un tren y una primera pena, música, sexo apasionado, locura, sexo monótono, comidas, desayunos lentos, desayunos veloces, rutinas, cansancio, depresión, más alegría, y en todo ello un grado increíble de felicidad, de una felicidad que me oprime el pecho, y que me deja sin aliento. Y el recuerdo de una mirada, una mirada que no creía recordar. Una mirada de nadie en particular. Una mirada hermosa.
Pero al segundo siguiente se va, como si hubiese sido un deja vú, y sólo me queda la sensación de haber vivido eso en algún momento, en otro lugar, quizás en un universo paralelo. Un recuerdo de algo que nunca había pasado, y que no pasaría. Pienso que me gustaría vivir en ese universo. Voy hasta lo de mi hermano.
-Che, Mar, al final no voy a salir a correr con la minita que te dije-
-¿Por?-
-No sé. A veces las cosas no se dan.-
-Sí, es verdad.-
-¿Vamos a pasear a las perras?-
-Dale, vamos-

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