sábado, 17 de mayo de 2008

Lutero

Si hubiese vivido en la segunda mitad del siglo XVI, habría sido, sin duda, un maldito luterano. Hoy me di cuenta que no hay nada en nosotros que merezca la salvación. El Ser Humano es, por naturaleza, corrupto, imperfecto, burdo, grosero, soez, estúpido, y podría seguir con muchos otros improperios. La revelación vino a mí en una charla de mucha lucidez, de esas charlas que te hacen crecer lo que no crecés en varios años de charlas de ascensor.
El problema es que no hay Dios en nuestra época. No hay Dios después de Nietzsche, y no hay Dios después de la 1º y la 2º Guerras Mundiales. Pero, si hubiese sido un campesino de la Swabia o de Sajonia, sin duda habría abrazado las enseñanzas del ex Agustino, porque sólo la fe salva (o así habría pensado yo, claro).
No quiero realizarle un homenaje tan trillado como lo es el de "pensador revolucionario" o "gran teólogo alemán", sino simplemente quiero admirarme ante sus dudas, ante su profunda humanidad, y ante sus existenciales preguntas. Lo que me acerca a Lutero, mucho más que a cualquier Padre de la Iglesia, son sus grandes preguntas, sus profundas angustias morales y metafísicas, no sus respuestas.
Lutero fue un hombre muy imperfecto, que tuvo sin embargo, la humildad y el coraje de preguntar y responder, y enfrentarse cara a cara con sus dudas y sus demonios más profundos.
¡Un brindis por el viejo cascarrabias!

El portal de la Revolución

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