Tengo todo lo que alguna vez soñé,
y no tengo nada.
La felicidad, se escapa rauda
como la corriente de un rápido río,
sus brazos tibios se alejan,
y quedo solo mirando la Pampa y su cielo inmenso.
La dicha es fugaz, se tiene sólo en la inconsciencia.
Tesoro de los locos, un encomium moriae,
digno de Erasmo.
Los hombres tenemos el fabuloso don
de elegir para nosotros lo que menos bien nos hace,
y de alejar de nuestras costas los galeones que
traen el amor y la comprensión.
No extraña, pues, que seamos náufragos
mirando con nostalgia el batir de las olas,
y suspiremos cuando vemos el ondear
de blancas velas, allí en el azul horizonte.
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