La mayoría de nosotros tenemos miedo. En algún rincón de nuestra mente hay miedos profundos, que nos condicionan, que nos atrapan, que nos mantienen enjaulados en hábitos.
La respuesta que damos cuando aparecen estos miedos es la de no hacerles caso, la de intentar no pensar en ellos. Sin embargo, puede que esta sea la acción incorrecta.
El pensamiento busca el placer y se aleja del dolor en todo momento. Y sin embargo, pocas veces nos preguntamos qué es esta desesperada búsqueda de autoprotección. ¿Intentamos sentir ese miedo, somos valientes como para quedarnos con él? Yo creo que una vez que lo hemos sentido, que lo hemos mirado a los ojos, que no intentamos hacerlo desaparecer, ese miedo, que es dolor, angustia, se esfuma.
Una nueva energía entonces mana de nuestra renovada mente. Un cambio profundo tiene lugar en la psiquis del ser humano.
2 comentarios:
Es algo así como no prestarles atención. Quizás sea la receta más conveniente para enfrentarlos.
No, tal vez sea prestarles toda la atención pero sin necesidad de identificarse con ellos, sin reaccionar ante su aparición.
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